Inevitables las comparaciones con su predecesora Hijos de la Anarquía, por mucho que en los primeros fotogramas se atropelle un cuervo para simbolizar el borrón y cuenta nueva. Pronto nos damos cuenta de que los lazos son estrechos y los personajes y antiguas tramas siguen teniendo mucha conexión.Por lo demás, ir conociendo poco a poco a los nuevos personajes y sus particulares entresijos hasta hacerlos propios. Aquí ya se va más al grano de la trama y las explicaciones y muestras de comportamiento en la hermandad motera quedan al margen pues ya se dan por conocidas. Esto me hace echar de menos un poco más de protagonismo para las motocicletas que quedan relegadas no ya a un segundo plano sino a uno incluso posterior. Lo que sí está presente es esa misma sensación de ser atrapado por este entorno si no sabes salir a su debido tiempo, porque quizás cuando quieras hacerlo ya será demasiado tarde, y si no que se lo pregunten al difunto Jackson Teller. Por otra parte, me ha alegrado reencontrarme con el fiscal Potter, uno de los personajes más curiosos de SOA y cuya peculiar personalidad puede dar mucho juego. Otra cosa a la que pienso no se le ha dado la debida importancia es la banda sonora, aunque quizás todavía es pronto para afirmarlo y habrá que investigarlo con más profundidad.Y sin adelantar nada de la siguiente temporada, sólo decir que alguien merece morir nada más por elegir beber cerveza Heineken antes que cerveza mexicana. ¡Pinche huevón!