TÍTULO: MayéuticaAUTOR: RobeAÑO: 2021ESTILO: Rock transgresivoSELLO: El Dromedario Records
"Este disco fue creado durante el año 2018, justamente diez años después de la publicación de La Ley Innata. Diez años tardé en volver. Y de este regreso, o tal vez de todo lo vivido mientras tanto, surgió esta inesperada continuación.Mayéutica es una canción concebida como una sola obra que consta de cuatro movimientos. Comienza con un interludio, que la enlaza con La Ley Innata, y acaba con una coda sin final (Robe)".
Y Robe publicó su tercer disco en solitario (aunque no está solo, tiene un pedazo de banda detrás) y el mundo de la música volvió a pararse por un instante. Porque hay artistas, pocos, que tienen esa capacidad y producen ese efecto en el universo sonoro. Cada vez que el extremeño lanza un trabajo, se le presta atención y no es para menos; sus canciones, su pluma, su voz, sus inquietudes y sus reflexiones, bien merecen que todo se detenga unos instantes para poder escucharlas. Aunque, seguramente a Robe, esto le importe relativamente porque ya es una persona que está por encima del bien y del mal, y porque tiene suficiente carrera y personalidad como para hacer las cosas como quiere y para lo que quiere. Y al que no le guste, como diría él, pues "a tomar por culo".
La deriva de Robe, el cambio musical, artístico y literario, venía percibiéndose desde "La Ley Innata", aún con Extremoduro. Curiosamente, el nuevo disco -"Mayéutica"- es una suerte de continuación de aquel y, de hecho, cuando uno abre el libreto del cd, lo primero que ve es una interpretación del "Hombre de Vitruvio" de Da Vinci bajo el título La Ley Innata II. Además, como aquel maravilloso disco de 2008, "Mayéutica" también está concebido como una sola obra que contiene cuatro movimientos, más un interludio y una coda final, es decir, ambos están estructurados de manera muy similar.
Esta especie de secuela, además de entroncar temáticamente "Mayéutica" con "La Ley Innata", también supone asistir al Robe más extremo y duro; estamos ante el disco más rockero de la nueva etapa musical de Robe. Tal vez sea por la mayor presencia de guitarras eléctricas y distorsión (algo tendrá que ver la participación de Woody Amores) o quizá el concepto del álbum y su continuidad en las letras, pero es innegable el eco de su antecesor. Además, como el primero, "Mayéutica" requiere de varias escuchas para darle todas las lecturas, encontrar ese enraizamiento con "La Ley Innata" y su evolución con respecto al mismo. Es un trabajo que va a exigir mimo para apreciar todos los estilos y arreglos musicales que tienen cabida en sus algo más de 40 minutos de duración.
"La Ley Innata" me encantó, me pareció una puñetera obra maestra y una genialidad, a nivel compositivo y musical, como concepto, como historia de desgarro completamente comprensible. Era un vómito de incomprensión, impotencia, rabia y desesperación magistralmente recogido en seis canciones que siempre, siempre, deben escucharse del tirón para empaparse de todos los sentimientos que transmite y todos los sentidos utilizados por Robe y sus compañeros para grabar semejante disco. Así, tengo la sensación de que con "Mayéutica" me va a ocurrir exactamente lo mismo porque, encima, este tiene más valor habiendo transcurrido una década; nuevas vivencias, nuevos reveses, nuevos intereses, nuevos enfoques, nuevas experiencias... diez años dan mucho de sí y más en un tipo coherente, currante y exigente como Robe, que si saca disco, lo saca habiéndose dedicado tiempo antes de tomar esa decisión y convencido de que es un buen trabajo.
Si en el álbum primigenio, el filósofo Cicerón explicaba que la ley innata era aquella en la que el ser humano no había sido educado, sino que formaba parte de su propia naturaleza (léase, el instinto, el miedo, el deseo, el hambre, etc.), en "Mayéutica" será otro filósofo el que dé nombre al disco, pues la mayéutica era un método aplicado por Sócrates para que sus alumnos, a través de las preguntas, descubriera por sí mismo las respuestas. Así, nos encontramos con otra conexión entre ambos discos y se entiende perfectamente el porqué de los títulos de los dos, así como los nombres de sus respectivos cuatro movimientos, muy acordes a los sentimientos y sensaciones que se cantan.
No hay nada al azar, nada (incluyendo la portada y la contraportada), es un disco premeditado, complementario, trabajado, bien construido y repleto de significado. La entrada del guitarrista Woody Amores como nuevo integrante del grupo es una muestra más del cariño de Robe para con sus obras y la banda lo agradece, dotándola de un sonido más potente y poderoso, por eso decía más arriba que "Mayéutica" es el disco que más suena a Extremoduro, aunque sin serlo. Se nota que el grupo lleva ya tiempo trabajando en armonía y unión, la sinfonía es un in crescendo descarado y sin complejos, donde conviven los violines de Carlitos Pérez y los teclados de Álvaro Rodríguez, con la batería de Alber Fuentes y el bajo de David Lerman, siempre acompañados por los coros de un Lorenzo González que rebosan intensidad y dedicación.
Sobre los cortes, la cosa va desde la calma del "Interludio", a unas sosegadas reflexiones en el "Primer movimiento: Después de la catarsis", donde se agarra a un rayito de luz para no perder la esperanza, asumiendo que la cabeza ya hace tiempo que la perdió. De ahí nos asomamos al primer atisbo de desesperación e impaciencia en el "Segundo movimiento: Mierda de filosofía", renegando de complicaciones, queriendo regresar a lo primario sin necesidad de hacer introspección. Llega el disco entonces a su mejor parte, la más enérgica y emotiva, formada por el tercer y cuarto movimiento -"Un instante de luz" y "Yo no soy el dueño de mis emociones"-, momento en el que se produce el reencuentro (físico u onírico) y Robe se desnuda y anuncia no tener gobierno alguno sobre sus actos y que no hay nada más allá de la luz, de la mirada, de la humedad de su musa, aunque advierte dejar el cuento sin final... por si las moscas. Cerrando con una "Coda feliz" en la que se declara adicto -con todo lo que eso comporta- a ella y al amor, aunque no queda claro si es una declaración o un anhelo. Introspección, profunda y vertiginosa, para que el alumno (nosotros) se pregunte sobre si la felicidad del protagonista de "Mayéutica" es real, es un regocijo de tiempos pasados o sólo un sueño inalcanzable
Larga vida al rey de Extremadura, porque seguiré echando de menos al Extremoduro que me acompañó en mi adolescencia y juventud, porque seguiré añorando sus conciertos, su mala hostia y sus ganas de tocar los cojones, pero siempre quedará Robe para transitar por mi madurez y seguir disfrutando de su talento y sus canciones.
VALORACIÓN: 8/10