A veces se echa de menos que te cuenten bien un suceso, sin efectos especiales y excentricidades, una historia como la que te contaría tu madre antes de irte a dormir. Esto es lo que nos entrega Christian Carion, literalmente, con el contexto de la Francia ocupada de los años 40 y a ritmo de una banda sonora sobresaliente de Ennio Morricone. Una película coral llena de historias individuales, basada en las historietas que le contaba su madre al director antes de irse a dormir.
Nos relata el éxodo por las carreteras y los caminos franceses de un pequeño pueblo, Lebucquière, debido a la invasión alemana.
Es imposible describir en unas líneas la cantidad de personajes y toda la profundidad que tienen en la trama, pero precisamente es donde reside la magia de este drama: cada personaje tiene su historia individual y afecta directamente a cada uno de los individuos, todos los sucesos además se van hilando de manera muy natural y sencilla, sin quedar nada forzados y aunque en algún caso concluyan propiciamente, en ningún momento queda la sensación de estar viendo algo preparado o impostado. Destacando especialmente de esa naturalidad el uso de distintos idiomas por parte de cada personaje a lo largo de la película, es impresionante ver cómo tan pronto están hablando en alemán, como de repente en francés, o incluso inglés. Se produce la sensación de que realmente estás viviendo la historia: dicha naturalidad hace que por un lado en algunos momentos el film sea realmente sobrecogedor, pero también nos deja algunos momentos de humor muy espontáneo y sencillo.
No es una película de entretenimiento, ni una película histórica, es algo diferente y muy satisfactorio de visionar; es una historia sin filtros ni “aditivos”, en algunos ratos muy directa y dura por la guerra pero en otros muy agradable por la convivencia y los lazos de los personajes. Cuando sales del cine sientes que por un momento has estado caminando por las carreteras francesas junto a los habitantes de Lebucquière.