Su caso, guardando la distancia por la gravedad que para él conlleva en este momento, me recuerda a las personas que teniendo las herramientas que necesitan, no hacen nada concreto para resolver la situación en la que están atrapados; pareciera que esperan, al igual que nuestro amigo, a que alguien haga algo o a que ocurra algún evento extraordinario que cambie su situación sin tener que hacer el esfuerzo de vencerse a sí mismos para poder salir adelante. No deberíamos necesitar que otros nos recuerden nuestros compromisos, metas, sueños y propósitos, deberíamos querernos a nosotros mismos lo suficiente como para fortalecer la voluntad, la disciplina y la determinación que necesitamos para romper con aquellos hábitos, actitudes y comportamientos que nos hacen daño, en aras de aspirar a una mejor condición de vida.
Los enemigos a vencer son:
La apatía. Cuando perdemos la motivación y no somos capaces de reconocer el beneficio que tiene para nosotros hacer un esfuerzo positivo, nos volvemos indiferentes y pasivos.
La comodidad. Cuando prevalece la búsqueda de la satisfacción instantánea ocupamos todo nuestro tiempo y pensamiento en encontrar otras fuentes de distracción y placer, ignorando o aplazando las responsabilidades y los compromisos que hemos adquirido. Perseguir la comodidad nos lleva a hacer el menor esfuerzo posible.
El pesimismo. Cuando nos volvemos demasiado críticos de nosotros mismos o nos sentimos menos capacitados que los demás, tenemos la tendencia a creer que no seremos capaces de recuperarnos y de salir adelante. De antemano pensamos que lo haremos mal y por lo tanto, evitamos hacer algo para solucionarlo.
El postergar. ”No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”. Este es un dicho popular que contiene una gran sabiduría, dejar todo lo que no nos gusta hacer, nos parece difícil o nos compromete para después, solo agravará la situación haciendo que se más difícil de manejar y de superar.
La justificación. La mayoría de las veces nos convertimos en el mayor obstáculo a vencer cuando justificamos nuestra pasividad, irresponsabilidad y poca efectividad con razonamientos absurdos que, en algún momento, traslucen la poca verdad que los acompaña.
Falta de concentración. Cuando nos dispersamos fácilmente, ocupamos el tiempo en otras actividades que distraen nuestra atención del trabajo que debemos realizar, perdemos el tiempo y se acumulan los asuntos pendientes.
Maytte Sepulveda. Escritora Master.
Comunicadora social con más de 20 años llevando mensajes de esperanza, cambio y mejoramiento. Articulista y presentadora del programa “Hola Maytte” transmitido por Casa Club TV. Tiene cinco libros publicados http://maytte.com/
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