Me acuerdo de mi niñez en mi pueblo. Había muchas carencias materiales, pero las afectivas nunca las noté.
Me acuerdo de mi pubertad y juventud en el colegio, interna. Me tocaron vivir momentos buenos y malos, pero siempre acuden a mi memoria los buenos. Las travesuras con mis amigas, los coros que nos montábamos. Yo cantaba fatal y siempre me tocaba cantar Juanita Banana, de Luís Aguile, con lo que hacía que las amigas se partieran de la risa.
Me acuerdo de cuando conocí a mi esposo, lo mal que me cayó y como supo enamorarme con su paciencia y amor. Todavía sigue igual y hace ya casi cuarenta años.
Me acuerdo del nacimiento de mi hijo y la felicidad que nos aportó aquel niño tan guapo y sano.
Me acuerdo del nacimiento de mi hija, las negligencias médicas y los problemas que tuvo. Cuando tuve que irme a casa y dejarla ingresada un mes en la incubadora, y eso que pesó al nacer 3,560 KG., pero fueron muchas cosas las que tuvo.
Me acuerdo de cuando la toqué por primera vez, un momento que me la dejó la enfermera en el taxi que nos llevaba a otro centro, a hacerle unas pruebas. Fue muy duro y recuerdo todo el dolor que nos supuso a todos.
Me acuerdo de cuando su hermano con un año y medio fue a ver a su hermanita a la Clínica, las fiestas que le hacía.
Me acuerdo de mi hermana, mucho, y de mi hermano ya fallecidos. Eran los pequeños de cuatro hermanos.
Me acuerdo de los baños en el río Guadiana, y las miradas furtivas al chico que me gustaba.
Recuerdo el sabor de los pasteles de mi pueblo. Tenían un sabor especial como todo lo artesano.
Me acuerdo de cuando vine a Barcelona para quedarme. En Julio harán cuarenta cuatro años. Entonces vi el mar por primera vez y me impactó. No sabría ya vivir sin el mar.