Revista Libros
El siguiente día pasó muy, estuve un normal, sin problemas, ni sorpresas desagradables, estaba muy pensativa, eso sí. Más tarde llegó el padre de Julian a la casa y yo me fui a montar a caballo para olvidarme de que estaba allí y para no encontrármelo, estuve afuera bastante rato y cuando ya iba a volver, divisé un caballo a lo alto de la colina, se me hizo un poco extraño que hubiera alguien por ahí cabalgando, ya que Julian me había dicho que esos terrenos eran más bien solos y que por eso le gustaba cabalgar hasta allí. El jinete fue avanzando, acercándose a mí hasta que pude reconocerlo, era Lord Ashford, venía sonriente en su caballo negro. Pensé en irme de inmediato porque no quería más problemas, pero resultaba bastante obvio que ya lo había visto y sería de muy mala educación salir corriendo, así que espere que estuviera frente a mí para ver lo que quería.—Buenas tardes señorita Hawkins.—Buenas tardes Lord Ashford, ¿cómo ha estado?—Muy bien y ahora que la veo mucho mejor. — ¿Qué hace tan sola por aquí?—Bueno, me gusta cabalgar y meditar al mismo tiempo, pero precisamente ya me iba.— ¡Qué pena! Me gustaría hablar con usted… ¿Podría convencerla de cabalgar un rato juntos?Me vi obligada a decirle que sí, aunque no era exactamente lo que quería.—Está bien, cabalguemos un rato.Llegamos a un bonito prado, notaba que él había estado en silencio un buen rato solo observándome y ya comenzaba a ponerme nerviosa.—Bien, ¿De qué quería hablarme Lord Ashford?—En realidad quería saber si Julian no le hablado de mí.—No, en absoluto y la verdad yo tampoco le he preguntado. — mentí.—Bueno, hace mucho tiempo sucedió una calamidad en la casa de Lord Strathford, como usted sabrá su esposa desapareció, pero la gente decía que había abandonado a su marido y a su hijo.—Sí, estoy enterada de eso.—Bueno la persona con la que decían que ella se había fugado soy yo.En ese momento sentí, rabia y desconcierto. ¿Por qué este hombre me decía esto? ¿Que ganaba con ello?—Y bueno, ¿Fue usted?—No, en realidad yo no estaba interesado en ella, las cartas eran para alguien a quien yo amaba pero estaba casada y por eso las cartas fueron a manos de Melanie. — ¿Sabe? Ella se parecía mucho a usted, era tan hermosa como usted y su risa era sinceraMe miraba de una forma intensa, con deseo y algo más que no supe interpretar, pero en todo caso no me gustó.—Lord Ashford, ya es tarde…..discúlpeme pero me tengo que ir.—No pretenderá irse sola, va a llover y son las 5 de la tarde, la acompañaré hasta su casa.— ¡No! —le dije un poco más fuerte de lo que deseaba. —Por favor discúlpeme, pero es que creo que eso no sería conveniente, sobre todo teniendo en cuenta que usted y Lord Strathford no se llevan muy bien—Entonces, la acercaré a su casa y me quedaré desde lejos viendo que llegue bien.—Está bien, si usted insiste…—Insisto señorita Hawkins, ¿Vamos?Fuimos cabalgando despacio hasta llegar a la pequeña colina frente a la casa, allí nos separamos y cuando yo ya iba llegando a la casa, voltee para ver si todavía estaba allí. En efecto allí estaba, entonces aumenté el paso del caballo. Vi una figura que venía de la casa pero no pude distinguirla bien hasta que la tuve cerca y entonces vi que era Julian.— ¿Qué haces?—Nada, solo daba una vuelta a caballo—le dije nerviosa, porque no quería que se diera cuenta de que Lord Ashford estaba cerca.—No me mientas Melanie, acabo de ver a ese hombre en la colina, estaban juntos—su forma de decirlo fue fría, en su rostro no mostraba animosidad alguna, estaba indiferente y eso me preocupó.—Vamos a la casa.Cuando entramos su padre esperaba en uno de los salones, me vio pasar y corrió hacia mí, me miró con furia y me dio una bofetada tan fuerte que caí al piso. Desde donde caí lo mire sorprendida, luego con rabia.
—Maldita mujerzuela, como te atreves a estar con ese hombre, con tú amante y en la casa de tú marido.—Yo no estaba con mi amante, si estaba con alguien era con Lord Ashford y fue porque me quiso acompañar hasta aquí para asegurarse de que no me pasaba nada.—No te creo nada, yo no soy mi hijo, que ve como le montas los cuernos y te lo acepta.— ¡No le estoy montando los cuernos! Y no vuelva a tocarme o le devolveré el golpe, usted no es nadie para tratarme de esa forma.—Soy el padre de Julian, tu esposo y me debes respeto, tanto como se lo debes a él. Eres una maldita golfa que lo único que ha hecho es tirar por el lodo nuestro buen nombre y el es un estúpido por confiar en ti.—Pero ¿De qué está usted hablando?—Padre, déjala en paz, ella no recuerda nada.— ¿No recuerdo nada? ¿Qué es lo que debo recordar?—Padre si no puedes controlarte, entonces tendrás que irte. No permitiré que la sigas tratando de esa manera.—No, la que se va soy yo, no pienso quedarme aquí un momento más.Salí del salón y subí corriendo las escaleras, llorando de rabia, de impotencia, me sentía insultada y no había hecho nada malo.Más tarde Julian subió a mi cuarto y entró sin anunciarse.—Ya se fue. No puedo soportar que te trate así.— ¿Porque estas pensando mal de mí?—No es fácil para mí ver a la mujer que amo con el hombre que más odio en el mundo, sobre todo después de que el hombre es questión se fugó con mi mujer.—No sabes eso, Julian. Nada más hoy me dijo Lord Ashford que él no se había fugado con tu mujer, que en realidad esas cartas eran de una conocida de ella que tenía un romance con él, pero estaba casada y por eso tu esposa era quien tenía las cartas.— ¿Eso te dijo?—me dijo con una sonrisa sarcástica—Que conveniente.— ¿Conveniente para quién?El se me quedó mirando un rato sin decir nada, parecía que me iba a decir algo y luego simplemente dijo—Para él, obviamente.—Bien ¿entonces no le crees?—Es difícil hacerlo, sobre todo cuando todo apunta hacia él. Además el me dijo que si, era amante de ella.—Lo dijo por rabia Julian. ¿Cómo te presentaste en su casa esa vez? ¿Fuiste educadamente y hablaron como dos personas civilizadas?—Claro que no.—Entonces, ahí tienes tu respuesta.—Quiero decirte algo, pero no sé como lo tomarás.—Dímelo simplemente.—Quiero ir a Londres, quiero estar en la casa donde viviste con tu esposa y quiero salir a todos lados como tu mujer, no importa si me parezco o no a ella, no importa que crean que soy ella y me insulten, solo quiero que termines ese compromiso con Aurora y que estés conmigo, ya no quiero más impedimentos entre los dos, tampoco me interesa lo que opine tú familia.—No quiero verte sufrir, amor. No quiero ver tristeza en tu mirada porque mi familia no te acepta o porque la sociedad habla mal de ti. —me dijo tocando mi rostro.—No importa, estoy decidida.—Está bien, lo que tú quieras con tal de que no tengas esa cara triste. Sé que mi padre te hirió con sus palabras más que con esa bofetada que te dio y te pido perdón por eso.—Tú no tienes la culpa de eso, pero cuando no confías en mí, siento peor que con la actitud de tu padre. No lo vuelvas a hacer—le dije besando su mejilla.—Te amo, Melanie. No tienes idea de cuánto te amo.—Si sé cuánto me amas porque yo te amo de la misma manera, por eso es que quiero estar contigo en cualquier parte sin importarme el que dirán.—Lo haremos a tú manera entonces, prepárate nos vamos mañana para Londres, no tiene ningún sentido quedarnos aquí más tiempo. Al día siguiente a las nueve de la mañana estábamos de camino a Londres, fue un viaje largo y tedioso, el coche varias veces tuvo que parar en posadas porque llevábamos al niño que a veces quería ir al baño y otras veces teníamos mucha hambre y sentíamos dolor de tanto estar sentadas.Por fin llegamos a Londres después de varios días, quedé asombrada al ver la casa donde vivía Julian, una mansión bellísima en Mayfair y gran una plaza frente a ella con hermosos jardines. La casa en sí, era imponente, de tres plantas y con grandes ventanales, tenía gigantes columnas planas a los lados de la entrada y enormes rejas de hierro , cuando entramos, la casa no me decepcionó, pues era perfecta, grande y acogedora, en la entrada estaba el vestíbulo con suelos de mármol, a la derecha se veía el comedor que era enorme, con sus cortinas pesadas, paredes pintadas de rojo borgoña, una gran mesa para muchos invitados, con muebles de caoba, un bife con los cubiertos de plata y la vajilla de porcelana, a la izquierda se veía un salón, con cornisas muy elaboradas, chimenea de mármol, apliques en las paredes y en la mitad colgaba una lámpara de araña elaborada. En la parte de atrás quedaban el estudio y la biblioteca que era muy completa, con cualquier cantidad de libros de todo tipo. En el centro de la casa había una escalera de caracol, con estatuas a los lados y barandilla de madera de caoba. La primera planta tenía una sala pequeña y un salón de música, muy elegantes con cortinas de seda, había puertas plegables entre las dos habitaciones, que podían ser abiertas para crear un gran espacio, los techos eran altos pintados con guirnaldas y candelabros impresionantes. También había una sala de dibujo con muchos espejos y tenía un pequeño balcón que daba hacia afuera.La segunda planta tenía las mejores alcobas de la casa, con pisos de madera y alfombras de pared a pared, tapizados grandes, en el hall había una pintura de Melanie que en realidad me impresionó, me pareció estarme viendo en un espejo y durante todo el recorrido de la casa no pude dejar de pensar en ello. Mire a Julian y el solo volteó su rostro hacia otro lado, vi que no quería hablar de ello, así que no dije nada. La habitación que era de ella tenía una sala de estar contigua al dormitorio, donde podía recibir visitas o miembros de la familia y contestar correspondencia, como también organizar la agenda del día, había también un pequeño armario con agua.La tercera planta tenía una guardería con dos cuartos al lado que serían el de la enfermera y el de la niñera, pude ver que Julian y Melanie deseaban tener muchos hijos, pues la guardería era bastante amplia y me dolió por él, ver que no pudo cumplir su sueño. También en ese piso tenían el cuarto de la cocinera y el del ama de llaves. Cuando terminamos el recorrido, me quedé en la habitación con Jacinda y pensé en darme un baño, ya que el polvo del camino estaba pegado a mi piel y me sentía muy sucia. Julian también se retiro a su habitación y quedamos de encontrarnos para la cena.—Me sumergí en el agua caliente de la tina pensando en tantas cosas y preocupada por lo que venía, tenía que tomar fuerzas para poder resistir todos los desplantes y habladurías que se acercaban. Estaba relajándome, cuando llegó Jacinda a avisarme como siempre que me había quedado dormida y que necesitaba salir del agua antes de volverme una uva pasa, llegó con una toalla caliente y me envolvió en ella. Ella pareció percibir mi preocupación y se dedicó a consentirme sin hablar, cosa que agradecí.Me secó el cabello y me peinó, luego me ayudó con el camisón para después darme un masaje en todo el cuerpo que me relajó muchísimo, tanto que me dormí y no supe de nada hasta que llegó el momento de prepararme para la cena.Cuando llegamos al comedor, Julian me esperaba tomando un oporto.—Te ves hermosa, como siempre—me dijo con su mirada oscurecida.—Gracias caballero—le sonreí y toqué su rostro. — Bien, entonces ¿Cenamos? —Me estoy muriendo del hambre.El se rió y me ayudó a sentarme.—Entonces mi hermosa dama, tendré que alimentarte inmediatamente.