Revista Libros
Era la hora de cenar y Julian no llegaba, de manera que nos sentamos a comer sin él. Terminamos y yo me dirigí hacia las escaleras para ir a mi habitación, cuando lo oí llegar. El mayordomo abrió la puerta y desde donde estaba lo vi entrar sacudiendo su capa, porque estaba lloviendo.—Buenas noches, Melanie.
—Buenas noches Julian, —le respondí y seguí subiendo las escaleras.
— ¿Como pasaste tu día hoy?
—Muy bien, gracias.
— ¿Tienes un minuto? Necesito decirte algo.
— ¿No puede esperar hasta mañana? — le dije sin ocultar mi fastidio.
—No, no puede.
Bajé las escaleras y lo seguí a su estudio.
—Toma asiento por favor.
Lo miré un momento mientras me sentaba, estaba muy sospechoso y me pregunté con que sorpresa saldría ahora.
—Quiero decirte esto, antes de que lo sepas por otra persona.
— ¿Que sucede?
—Se dice por ahí, que eres mi amante y que eres una distracción antes de mi matrimonio con Aurora. Nunca quise que esto sucediera, pero al parecer subestimé las lenguas de la gente de Bath.
—Fueron ellas Julian, fueron Aurora y su madre, las que propagaron ese rumor.
— ¿Cómo puedes pensar eso?, ellas son unas damas, no harían algo así.
—No Julian, no seas ingenuo, subestimaste la lengua de esas dos hurracas, — porque estoy segura de que fueron ellas las que propagaron ese chisme. Esas dos mujeres no podían resistir el hecho de que yo viviera contigo bajo el mismo techo.
—Melanie, estas equivocada. De todas formas, quiero que sepas que mañana van a venir a cenar aquí.— ¿Por qué las invitaste? Sabes que me harán imposible toda la velada.—Pues simplemente, no les hagas caso—Claro como no eres tú el que….— ¡Basta! No toleraré que sigas cuestionando, todo lo que digo. Aurora es mi prometida en este momento y no puedo hacerle un desaire.
—Claro, el desaire me lo puedes hacer a mí, porque yo no importo, mi etapa ya pasó, ahora llegó la de ella. Como voy yo a competir con una señorita de sociedad, que se calla cuando debe, que hacen todo lo que se le ordena, que se conforma con ser un bonito florero. Yo nunca podré ser así y ¿sabes una cosa? — ¡Tampoco lo quiero! — le grité y salí dando un portazo del estudio.
Me siguió y cuando creí que estaba sola en el cuarto, no aguanté las ganas de llorar de rabia y de frustración, pero él me había seguido y se dio cuenta.
—Por favor, no llores— ¿no ves que me partes el alma? No quiero que estemos así, yo te adoro.
—No me digas eso, porque ya no te creo, tu actitud últimamente solo dice lo contrario. Me voy a aguantar estos días, pero no veo la hora de irme y te digo algo, —Si pasa el tiempo y cuando me des el camafeo, no regreso a mi tiempo, tampoco me voy a quedar aquí contigo, me voy a otro lugar, yo puedo trabajar de lo que sea.
Me tomó del brazo muy fuerte, haciéndome daño.
—Tú no te irás Melanie, No te voy a perder otra vez. — me dijo y me besó de manera posesiva.
—¡No!— Traté de soltarme, pero él era más fuerte que yo, — Déjame en paz, me iré si eso es lo que quiero.
—Tú me amas, como yo te amo a ti, —me dijo y comenzó a besarme nuevamente pero ahora sus besos eran suaves, buscaba con su lengua, la mía, primero tocando con ella suavemente mis labios cerrados y después internándose poco a poco en mi boca, tiernamente, convenciéndome de que cediera ante él, ante sus besos. Sus caricias se hicieron más intensas, sus manos apretaban mis pechos con fuerza, bajó una mano y la puso entre mis piernas, al sentir la humedad que traspasaba la tela de mis bragas, gimió contra mi boca.—Quiero probarte, lamer cada gota que salga de ti.
— ¡Dios mío! Creo que ya estaba a punto de tener un orgasmo en ese momento, con solo sus palabras. Tenía que mantenerme firme, porque se suponía que estábamos medio disgustados. Pero él seguía acariciándome, iba introduciendo sus dedos en mí y de esa forma era tan difícil hablar….
—Julian…… ¿No se supone que la próxima vez sería yo la que iría a ti? ¿Que ya no me buscarías más?
—Mentí, — me dijo levantando la mirada y dándome su mejor sonrisa. — Me he vuelto adicto a ti, no me importa nada, no tengo orgullo, cuando se trata de ti.
Fue deslizándose por mi cuerpo hasta arrodillarse en el piso y entonces comenzó a subir la falda de mi vestido hasta la cintura, puso su rostro en mi entrepierna y su lengua succionaba mi clítoris , sentía que me estremecía, era una sensación muy intensa, puse mis manos en su cabeza y no sabía si acercarlo más o alejarlo, él chupaba más y más fuerte, sentía su lengua hurgar muy profundo en mí, casi no podía pensar solo respiraba muy rápido casi jadeando, le decía que no parara, estaba a punto de tener un orgasmo y él lo sabía, pues mis gritos y gemidos lo decían con toda claridad, lamía de manera codiciosa y cuando llegué al clímax, siguió lamiendo como si yo fuera su helado preferido, ya mis piernas no aguantaban, en ese momento se detuvo, se puso de pié y yo protesté, pero inmediatamente me levantó, subió mis piernas a su cintura y de un solo empujón se introdujo en mí.
— ¿Te gusta así? ¿De esta forma?—me preguntó mientras empujaba una y otra vez tan fuerte que me levantaba con cada embestida.
Casi no podía hablar, todo lo veía borroso.
—Si….te sientes tan bien dentro de mí, —alcancé a responderle mientras sentía sus manos en mi trasero y degustaba mi propio sabor en su boca.
—Me encanta, tu calor, sentir como me aprietas tan fuerte, como sino quisieras dejarme ir.
De repente me llevó a la cama y cayó sobre mí, levantó mis piernas, las extendió, cuando las tenía muy abiertas, nuevamente comenzó a empujar muy rápido pero esta vez con movimientos cortos y duros, en esta posición lo sentía más profundo y eso hizo que llegara a mi clímax mucho más rápido, casi inmediatamente el me siguió, gimiendo ruidosamente.
Cuando nos calmamos un poco, me abrazó y me dio pequeños besos en la cara.
—Melanie te amo, entiéndelo.
—Yo también te amo, pero no te quiero compartir.
—Y no lo harás muy pronto esto se terminará, créeme.
—No lo sé Julian, en este momento estoy muy confundida.
—Pues no lo estés, quiero que te sientas segura de mí, ¿Qué puedo hacer?
—Solo ámame y demuéstramelo siempre que puedas.
—Entonces lo haré ahora mimo, —me dijo riendo de forma pícara.
Y nuevamente hicimos el amor, — ese hombre no se cansaba, porque cuando amaneció habíamos hecho el amor tres gloriosas veces.
Más tarde, salió de mi habitación, sin importarle quien lo veía o no, yo moría de vergüenza, ya podía ver a toda la servidumbre mirándome acusadoramente.
Pero no fue así, cuando bajé a desayunar con Julian en el jardín, nadie dijo nada y todos se comportaban muy normales, se me hizo muy extraño pero aún así no dije nada.
— ¿Y qué vas a hacer hoy?—No lo sé, pero creo que deberíamos ir a la modista para que te pongas uno de los vestidos de noche que le encargamos. Recuerda que hoy vienen las Dubois a cenar.
Eso que dijo, inmediatamente cambió mi humor.
—Si ya lo sé, no tienes que recordármelo. Puedo ir con Jacinda si tienes algo más que hacer, —ayer salimos y fuimos a los termales, luego a tomar un helado y nos desenvolvimos muy bien, el cochero nos esperó todo el tiempo.
Su cara cambió en cuestión de segundos y se puso iracundo.
— ¿Qué dijiste? Cómo se aventuraron a salir solas, tú solo sales conmigo.
—Pero ¿Qué tiene de malo salir a pasear? No lo hice sola, salí con chaperona como tú dices.
—No es el hecho, lo importante es que no me gusta que la gente te vea y murmure.
— ¿Es eso? o ¿Es que no quieres que sepan quién soy, porque me estas escondiendo como se esconde una amante?
—No seas ridícula Melanie, sabes bien que no es así.
— ¿Por qué siento que nunca quieres que la gente me vea? He notado que siempre que salimos vamos a sitios nuevos, nunca a sitios donde ya te conocían de antes a ti o a tu esposa. Es como si me tuvieras escondida. En el parque, no fuimos hasta donde estaba la gente escuchando la orquesta tocar, me dijiste que querías estar solo conmigo y yo te creí. Cuando nos encontramos con las Dubois, vi que era lo último que querías. Tú no quieres que la gente me vea. ¿Por qué?
El se puso un poco nervioso y trató de evadir el tema, pero yo insistí hasta que no tuvo más remedio que decirme.
—Está bien, ya que insistes tanto creo que llegó la hora de que lo sepas.
En ese preciso instante, llegó el mayordomo anunciando que habían llegado flores para mí de parte de un caballero. — Me entregó una tarjeta e inmediatamente sentí que los ojos de Julián me taladraban con rabia.— ¿Quien las envía? — preguntó cortante.
—Son de un caballero que conocimos ayer en la tarde, cuando salimos a pasear, el dice que te conoce. Su nombre es Benjamín Ashford.
—Julian nunca había sido grosero o rudo conmigo en el poco tiempo que tenía de conocerlo, pero en ese momento su actitud era totalmente agresiva, se levantó a penas escucho el nombre de Lord Ashford y me tomó por el brazo, halándome hacia él.
—No volverás a ver a ese hombre en tu vida…. ¿me oíste?
—Julian, suéltame — le dije en actitud desafiante, después de todo, no era nada mío para venir a decirme lo que tenía que hacer con mi vida.
—Me entendiste Melanie? — Apretó mi brazo un poco más.
Sentí mucho dolor y traté de zafarme pero mientras más lo hacía, más apretaba él. Estaba como poseído y su cara estaba contraída de la rabia, no podía soportar el dolor en el brazo, así que lo golpee con la mano que tenía libre en la cara, eso pareció despertarlo.
— ¡Me estás haciendo daño! —Le grite.
—Perdóname, — me dijo confuso, no fue mi intención.
Miró mi brazo y el gran hematoma que se veía, se iba a formar— soltó una maldición.
—Mi amor, perdóname— trató de hacer que me sentara para mirar mejor.
—Déjame en paz, es todo lo que quiero—le grité y salí corriendo a mi habitación.
—Melanie! No te vayas de esa forma.
Pero yo ya estaba subiendo a toda prisa y cuando llegué a la habitación me encerré allí y no quise salir para nada, me sentía herida tanto física como sentimentalmente. Jacinda llegó más tarde con un hermoso vestido y una señora venía con ella, era una de las costureras que trabajaba en el almacén donde compramos los vestidos.
—Buenas tardes, señorita.
—Buenas tardes.
—Lord Strathford mandó traer un vestido de fiesta, ya terminado para usted, pero me dijeron que viniera en caso de que hubiera que hacerle algún arreglo de última hora.
Extendió el vestido en la cama, era precioso, un vestido de crespón azul celeste, sobre raso blanco, adornado alrededor de la parte inferior con un borde de encaje de tul y bordado con sedas de color azul; era de manga corta, con adornos de encaje, con un ribete alrededor de la parte superior igual que el detalle de la parte inferior. Jacinda me dijo que esa noche probaría un nuevo peinado conmigo y me hizo una raya al centro, recogido en estilo griego y me colocó unas cuantas flores, luego me puso un collar de perlas con aretes y pulsera a juego, zapatillas de raso azul y guantes blancos. Afortunadamente los guantes eran largos y así no se vería el hematoma en el brazo, por un momento pensé en no asistir a la cena, pero sabía que levantaría más chismes y comentarios malintencionados, entonces decidí arreglarme muy bien para que Julian viera lo que se estaba perdiendo.