Revista Educación

Me cago en Godard

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Me cago en Godard

El título de este post es el título de un libro imprescindible (que ya recomendé en su momento) del periodista Pedro Vallín. Un libro cuya tesis central es que en el cine (y en el arte) ha habido -y hay- apologetas del cinismo, del pesimismo y de la presunta superioridad del ARTE (así, con mayúsculas) frente al simple entretenimiento, que sería algo propio de gente inculta e ignorante. El cineasta francés Jean Luc Godard ha muerto esta semana, y Pedro Vallín ha escrito una columna en La Vanguardia (solo para suscriptores) titulada " Y bailaré sobre tu tumba " en la que vuelve a incidir en lo que de reaccionaria y conservadora tiene esa mirada de viejo cascarrabias (hombre y blanco, por supuesto) y lo sobrevalorado que tenemos ese arte de quien, como el propio Vallín afirma, confunde su culo con el mundo. Y su artículo ha ofendido a otros periodistas y críticos culturales, de los que ven el cine como algo más grande que la vida, algo que no debe ser mancillado, algo que no puede ni debe disfrutarse en casa (a veces ni siquiera disfrutarse, sin más) sino en un templo inviolable en el que la imagen se hace carne.

Yo reconozco que en mis años de juventud pasé por esa estapa cinéfila en la que me pensaba superior al vulgo que iba a las salas de cine en masa a ver productos mainstream por acudir a salas vacías a deleitarme con la última película de Kieslowski. De los que robaban horas al sueño viendo en La 2 de TVE "Cine Club" y sus ciclos de cine francés. De los que creían que el auténtico cine era el independiente, y lo que hacía Hollywood productos audiovisuales y no cine (sic). Ahora, con 45 años, suspiro aliviado y feliz de no haber sucumbido al cinismo y de haber cambiado el presunto sufrimiento de ese arte elevado por el goce y el disfrute.

Seguramente tenga que ver con mis ideas políticas, cada vez más alejadas de lo conservador, lo reaccionario, lo individualista y las distopías, y más asentadas en lo colectivo, la solidaridad, el optimismo y la búsqueda de utopías; pero ciertamente cada vez disfruto más con más cosas, sin pasarlas por ese filtro segregador de lo que es arte o no lo es. Cada vez discrepo más de que el entretenimiento sea simple o menos importante que el arte. Cada vez soporto menos a esa crítica cinematográfica pretendidamente culta que no se puede entender cuando se lee. Cada vez me separo más de esa mirada occidental de hombre blanco heterosexual pagado de sí mismo que mira por encima del hombro a esos pobres diablos que solo van al cine para huir durante dos horas de su triste realidad y que salen contentísimos de la última película de Marvel. Yo disfruto con las películas de Marvel, aunque no sean películas perfectas, ni mucho menos. Necesitamos más Ted Lasso y menos Godard. Y me cago en los cínicos.


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