Seguimos en enero. Ya ha pasado la primera semana y todo el mundo pregunta, cómo ha ido la vuelta a la realidad. Parece que, al no ver ya las luces de fiesta, todo vuelve, incluso la rutina y la desgana.
¿En dónde está esa lista de propósitos que hemos escrito hace unos días? Agobia solo el pensar en cambiar algo, verdad?. Mejor quedarse tal cuál estamos, que no estamos tan mal. Y nos agarramos al refrán: “Mejor malo conocido que bueno por conocer”.
¿Sabías que, para lograr algo, hay que moverse? Buff! Cansa pensarlo, sí?
El pensamiento, por si solo, no logra cambios aunque sí es cierto que, el pensamiento es gasolina, es energía de la buena, siempre que hablemos de pensamientos positivos. Mis pensamientos son el motor de mis cambios, y de mis ganas de llevarlos a cabo. Porque eres lo que haces, piensas y crees. Eso lo tienes claro, verdad?
Si no cambias algo de tu rutina, ¿cómo vas a mejorar tu vida? Los cambios, son convicciones que hay que ejecutar con actos. Todo se puede cambiar en esta vida. Todo!
Todo se puede cambiar! Sí!El color del pelo, la musculatura si vas al gimnasio, el color del coche, el modelo del coche, los malos hábitos como fumar o beber… Todo! Todo se puede cambiar, mejorar, añadir o quitar.
Pero, ¿realmente quieres cambiar algo?
Muchas veces nos refugiamos en: “es que soy así y ya nada puedo cambiar”. Entonces, ¿qué te impide cambiar lo que no te gusta por algo mejor?, ¿qué extraña fuerza sobrehumana no te dejar romper tus malos hábitos? Te puede la flaqueza, la debilidad. Estás tan cómoda pensando en cómo hacerlo que no te apetece nada ponerte manos a la obra, cierto?
Toda esa actitud genera un gasto de energía que bien podías usar para llevar a cabo esos cambios. Es la energía la que nos mueve! Sin energía, no somos nada! Y sin energía jamás plantaremos cara al miedo.
¿Cuáles de tus propósitos te matan solo de pensar en ellos?
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