Me conformo con poco

Soy feliz con muy poco.
Una taza de café en la cama, el ruido del mar, la risa de Úrsula, ver a mi perra aparecer de la nada y tirarse la pelota a sí misma o echarse la siesta en cualquier lado; churros con dulce de leche, el fin del mundo, el sufrimiento de mi ex-jefe, ver películas, empezar un libro, la ausencia de mosquitos, el calor del tequila en la garganta,las canciones tristes, el silencio de los idiotas, la muerte lenta y dolorosa de todo el que haya maltratado a un animal, hacer cualquier maldad y echarle la culpa a un niño, los rojos furiosos del atardecer esparcidos en el cielo, que me envíen chocolate; que haya asiento en el tranvía, reirme del prójimo, un tebeo nuevo, caminar por ciudades que no conozco, el sonido de la espada láser de Star Wars, abrirle a los testigos de Jehová en pijama y con cara de loca, la sensación liviana, casi aérea, de caminar medio borracha de regreso a casa, el recuerdo de mi abuelo, la compañía incondicional de mis perras,la certeza de que cubrí mis huellas tan bien y sembré pistas falsas de manera tan perfecta que van a culpar a otro por mi crimen; la vibración que deja un acorde en la habitación, mirar a alguien a los ojos y cuando me mire decirle: "eh, qué miras, idiota", despertar y poder quedarme en la cama, la madera del vino en el paladar, el refugio de la canción debajo de los auriculares en la ciudad atroz, la inmensa fragilidad de saber que quedan pequeñas felicidades que ignoro, que vendrán de lugares insospechados y me harán ver que no hay nada resuelto todavía, sobre nada está dicha la última palabra y todo lo que vi terminar no ha terminado del todo aún; la ciega y estúpida fe de que hay cosas hermosas que están a punto de empezar y que va a estar guay quedarme a verlas. (Ojalá una de esas sea el fin del mundo).