Me dijiste que querías seguir.
Que nada temías mientras yo estuviera en tu camino.
Que las ganas no se irían si nos dábamos las manos.
Si las entrelazábamos, si nos entrelazábamos…
Te dije que en tu calor me reconfortaba.
Que nada me frenaba mientras tú me caminaras.
Que nunca nos cansaríamos si tu calor amaba mi frío.
Si me templabas, si nos templábamos…
Nos dijimos de mil y un formas que seguiríamos.
Y aquí estamos, en la mil dos, abriendo el paso a la mil tres.
Dejando que el aire recorra la distancia que nos templa en nuestro camino.
Foto de la Catedral de Notre Dame de París desde la plaza del Hôtel de Ville.