Me has escrito, hermano, que no he leído a Schiller. ¡Te equivocas, hermano! Aprendí a Schiller de memoria, hablaba con sus palabras, deliraba con él, y pienso que el destino no ha hecho nada más apropiado en mi vida que darme a conocer al gran poeta en aquella época de mi existencia; jamás lo habría podido conocer tan bien como entonces. Cuando leí con él a Schiller verificaba en él al noble y ardoroso Don Carlos, al Marqués de Posa, a Mortimer. ¡Esta amistad me trajo tantas alegrías y tantas penas! Y ahora guardaré eterno silencio al respecto; el nombre de Schiller se volvió algo fraternal para mí, algo como un sonido mágico que evoca tantas ilusiones; son amargas, hermano; ésa es la razón por la cual no hablé contigo de Schiller, de las impresiones que me produjo: me duele aunque sólo sea oír el nombre de Schiller.
Fiódor Dostoievski
Correspondencia
Dibujo de Caspar David Friedrich
Escena final de Los bandidos de Schiller, 1799