El país está en la ruina económica y social, sus ciudadanos abocados a la miseria, la esperanza de un pueblo alegre y sabio pisoteada por los despiadados mercados, esos mercados odiosos que en nada se parecen a los cotidianos que podamos visitar cada día. Instantánea en el barrio de Monastiraki, Atenas.
La cuna de nuestra civilización se halla a la deriva, como tantas veces lo ha estado a lo largo de su historia, sea bajo los macedonios, los romanos o los turcos. El Partenón, Acrópolis de Atenas.
Naufraga la tierra que exportó a todo el mundo la democracia como sistema político de gobierno, la razón y la lógica como actitud indeclinable ante la vida, el sentido estético plasmado en el amor a la belleza y el sentido ético de tomar al hombre como medida de todas las cosas. Zeus lanzando un rayo o Poseidón lanzando el tridente (no está claro entre los eruditos). Museo Arqueológico de Atenas.Grecia vencerá, como ha vencido siempre, pues su razón es más imperecedera que la de los intereses. Palas Atenea. Museo Arqueológico de Atenas.Reivindico sus valores clásicos, los que nos han servido de alimento a todos los humanos durante más de dos mil quinientos años.
Detalle de dos frisos. Museo de Delfos.
Invoco a la alegría desde el dolor, porque desde ella y desde la sabiduría, que siempre han cultivado nuestros hermanos mediterráneos, encontraremos la salida a este infierno que nos viene decretado y que no nos merecemos.
Paisaje mediterráneo con olivos y pistacheros en la cordillera donde se ubica el monte Parnaso.Para acabar con una sonrisa y con el ánimo alzado, dejo este fragmento de la película “Zorba, el griego” (la acabo de ver, una vez más), basada en la novela de Nikos Kazantzakis “Alexis Zorba, el griego”. La película fue dirigida en 1964 por Michael Cacoyannis e interpretada en estado de gracia por Anthony Quinn junto a otros actores como Alan Bates, Irene Papas y Lila Kredova. Contiene el baile, el famoso sirtaki compuesto por Mikis Theodorakis, conocido en todo el mundo. Disfrutemos estos minutos mágicos.Todas las fotografías: Isabel Martínez Barquero.