En una esquina de mi patio que siempre guarda humedad y no recibe mucho sol, tengo muchas matitas de recao (Eryngium foetidum). Ahi convive con las matas de amapolas y unas que le llaman duendes.
El recao siempre ha estado presente en los lugares donde vivo, ya sea en el suelo o en un tiesto. Cuando llueve mucho, el aire se impregna del olor a recao y me parece que estoy en pleno campo. Me gusta usarlo en casi todo lo que cocino, ya sea en sofrito, en unas habichuelas guisadas y hasta bien picadito en un emparedado de atún.
Alguien me dijo una vez que le cortara las espigas para que la mata no se seque. Eso es lo que hago y siempre tengo recao.
Cuando alguien me comenta que quiere tener un huerto en su casa, siempre le aconsejo que comienze con el recao. Basta con sembrar una matita que te donen de otro huerto, y al cabo de unos dias cuando se recupera del transplante y comienzas a usarla en tu cocina, la satisfacción es tanta que dan deseos de sembrar otras cosas.