Pero también hay cosas que no me gustan. Hay que estar contento sí o sí. Lo cierto es que afortunadamente no tengo motivos para no estarlo, pero para quienes sí los tienen la Navidad debe ser como un amplificador de la tristeza. Es una época demasiado nostálgica.
No me gusta la parte “práctica” de las fiestas y celebraciones. Mis padres están divorciados, así que hace tiempo que la logística es un poco rollo, que si toca aquí, que si toca allí. Pero cada vez se complica un poquito más. Primero cuando te emparejas tú y luego cuando se emparejan tus hermanos y los de tu marido. Cada vez hay que poner de acuerdo a más gente…Cada vez es más difícil no discutir por tonterías, precisamente en Navidad.
Me gusta reunirme con los amigos para brindar. Me gustan las calles adornadas, el árbol, ver los belenes y…los regalos. Sí, los regalos son una de las cosas que más me gustan. Disfruto comprando los regalos de la familia y pensando en la ilusión que les va a hacer.
Pero al mismo tiempo, qué contradicción, me agobia lo materialistas y consumistas que somos.
¿Alguien se imagina la Navidad con todos los comercios cerrados, sin posibilidad de comprar nada? Imaginarse una Navidad sin regalos, sin miles de adornos, sin modelitos para Nochevieja ( bueno, eso era antes, cuando aún salía de farra). Imaginar unos días sencillamente de vacaciones, de sentarse a la mesa con la familia y cantar cuatro villancicos, porque una fiesta sí es. Quitar todos los añadidos. ¿Alquien se lo imagina? Yo la verdad…no.
Cuando era niña los Reyes me traían tres cosas y Papá Noel una. Lo recuerdo bien porque las elegía con cuidado y con ilusión. Ahora sin embargo veo a niños con una cantidad tal de regalos que pierden la ilusión en cuanto abren el envoltorio. Lo retiran y ya están gritando -“¿Dónde están los otros regalos? Que sí, que sí, que seguro que hay más”.
Mi Chiquini tiene 20 meses y empieza a darse cuenta de las cosas. El año pasado ya tuvo muchos regalos porque es hijo único, nieto único y sobrino único. De hecho en casa los Reyes Magos sólo le dejaron una cosa, ya que iban a dejar muchas más en casa de abuelos, tíos, etc.
Me temo que va a ser difícil frenar esta tendencia aunque no me guste porque a los adultos de su entrono les ilusiona también comprarle regalos en Navidad… pero, ¿sabrá el Chiquinini de este modo valorar lo que tiene? ¿Pensará que simplemente es así, que eso es lo normal y que siempre va a tener lo que le apetezca? Habrá que pensar un poco seriamente sobre esto…