Revista Diario

Me gusta vacilarles

Por Belen

Conducir en Madrid es como estar continuamente haciendo prácticas para participar en un rallie, o en cualquier carrera. Adelantamientos, cambios de carril sin señalizar, pasadas a semáforos en ámbar a 80 por hora....


Como ya dije en su día en el blog de Treinteañera con hijo, cuando trató este tema, yo me vuelvo muy agresiva al volante. Pero cuando voy con el peque intento controlarme. Pero aún así a veces me parto de la risa. Y es que no puedo evitar caer en la tentación. Os pongo en situación, primera línea de semáforo, carretera con 3 carriles, el semáforo está a punto de ponerse en verde, a mi lado un Seat León negro, música a todo trapo, conductor con gafas de marca, patillas perfectamente recortadas.... vamos que si bajo la ventanilla estoy segura que me llega el tufo a colonia.

 

Me mira, ve que soy una mami con monovolúmen y le veo sonreir. Será gil..... el tipejo este, ¡¡pero si casi no llega al volante!!. Y no lo puedo remediar, me sale la vena chula, metro primera, juego con el pedal del embrague. Y el muy payaso se pica, ¡¡se pica!!, ¿os lo podéis creer?. Y no puedo evitar reirme, pero el tío está dispuesto a dar un acelerón para echarse a reir. Y pienso para mi, so payaso, es una monovolúmen, pero tiene 140 CV, eso él no lo sabe claro. Reconozco que es algo infantil, pero he pisado el acelerador a tope, y le ha jodido pero bien, porque ahí tirao se ha quedado.


Ya lo dije, me transformo al volante, pero es que no aguanto a estos niñatos idiotas.


Y cuando llevo el coche de mi marido, es graciosísimo. Ford Focus negro, cristales traseros tintados, llantas preciosísimas. Cuando algún niñato como el descrito anteriormente se percata de que la conductora es una mujer, le sale la vena de "soy el gallito del corral" y vuelta a lo mismo. ¿Pero serán machitos? Y no lo puedo evitar de nuevo y caigo en la tentación. Conste que solo lo hago en el primer acelerón, luego me corto, soy más que prudente. Pero ese primer acelerón y la cara de bobo que se le queda al conductor en cuestión, ese gusto sí que me lo doy.


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