Las campañas para mejorar los hábitos alimenticios suelen centrarse en promocionar la dieta mediterránea o en demostrar que un buen desayuno te arregla el día. Lo curioso es que dicen cosas que la mayoría de la gente ya sabe, pero olvidan que las decisiones de cada día no son siempre racionales. ¿Por qué?
En un apasionante artículo "The Unhealthy = Tasty Intuition and Its Effects on Taste Inferences, Enjoyment, and Choice of Food Products", publicado en 2006 en Journal of Marketing, se demuestra que nuestra intuición nos invita a definir a priori la comida sana como poco sabrosa y la comida poco saludable como muy sabrosa.Así que, las expectativas juegan mucho a la hora de elegir un alimento u otro. En uno de los experimentos que cita el artículo, se ofrecieron a dos grupos de estudiantes unas galletas: a un grupo se les dijo que las galletas tenían 11 gramos de grasas buenas y 2 de grasas malas, al otro grupo se le dijo que tenían 11 gramos de grasas malas y 2 gramos de grasas buenas. En todos los casos (la galleta "sana" fue cambiando de un experimento a otro), las galletas con más grasas malas siempre eran definidas como las más sabrosas. Otro experimento del mismo artículo fue con el "lassi" de mango (bebida típica de la India). A una parte del grupo se le dijo que era una bebida muy sana, y a la otra que se trataba de una bebida muy poco sana. A este último grupo de invitados le gustó más que al primer grupo.Poco a poco se ven en algunos establecimientos hamburguesas vegetarianas o de pescado. Es decir, un intento de unir la percepción inicial de buen sabor (creada por la forma que imitan) con la comida saludable. Incluso para que los niños coman verdura, en muchas casas hay que camuflar las coliflores con bechamel o con un ligero rebozado para que parezcan lo que no son.Así, el sabor de los alimentos no tiene tan solo que ver con nuestras papilas gustativas, ya que nuestras expectativas también entran en juego. Y si vamos a comprar y pensamos en alimentos sabrosos, nuestra cesta de la compra se llenará de grasas trans a la velocidad de la luz. A ver si diciendo que el brócoli tiene más colesterol que una "happy burguer" todo cambia.