Aún estoy alucinando con lo ocurrido en Alemania y la falta de decoro que han tenido las autoridades alemanas con los agricultores españoles al acusar, indiscriminadamente a los nuestros y en concreto a un producto reconocido mundialmente como es, nuestro pepino, al asegurar sin fundamento, que el mismo había llevado al país germano una bacteria conocida como E.coli. Acusación que han tenido que retirar tras comprobar que nuestra hortaliza no ha tenido nada que ver en tal asunto.
Y es que cuando por primera vez oí la noticia: Alemania no quiere más pepino español; no supe qué pensar, porque al tratarse de pepinos, todos tenemos la extraña costumbre de pensar más allá y yo, obviamente no fui una excepción. Primero pensé que habían vetado a Nacho Vidal por, cómo dicen, estar tan bien dotado, le estaba haciendo la competencia a las fofas y delgadas salchichas alemanas.
Luego, se me ocurrió que vetaban a todos aquellos ligones del sur de España y que aprovechando su labia, eran ellos los que al final estaban acabando con todos los melones germanos. Y ya cuando leí que retiraban nuestros pepinos porque los habían enviado sin el plastiquito que los protege me dio por pensar qué lo que no querían los cabezas cuadradas era descendencia hispana en su país.
Pero al leer profundamente la noticia he podido entender que se trataba única y exclusivamente de la hortaliza más verde del mercado, y hablo del color de su piel y no de las analogías que con ella podemos hacer. Al parecer, el instituto de Higiene de Hamburgo, ha exculpado, tras haber acusado inicialmente a los pepinos procedentes de Andalucía, de ser los responsables de un brote letal y que se ha cobrado la vida ya de bastantes personas. Una publicidad nada favorable para los cosecheros de nuestro país, lamentado lógicamente antes que nada, la pérdida de vidas humanas.
Por lo que una vez que se ha solucionado relativamente el asunto, puesto que ahora lo lógico sería indemnizar a los afectados por las millonarias pérdidas que han sufrido por culpa de una falsa alarma y limpiar la imagen de nuestro pepino, lo único que nos falta por hacer es decirle a la responsable del país, Angela Merkel, que controle más a quién acusa y en qué se basa porque a nosotros nuestros cultivos sí nos importan un pepino y que se prepare porque todos los pepinos que retiró, se los mandamos de regreso y se los vamos a meter…por la aduana.
Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…