Antes como ahora, podías vestir a tu bebe, a tu niño y a tu adolescente como un pijo de marca. Con ello te asegurabas que también de mayor vistiera igual a los suyos y diferente a los otros. Habías conseguido, gracias a la ropa y a la marca, que tu hijo fuera una persona inigualable, incomparable, sin par.
Un milagro a tu alcance para ubicar al infante en su medio, con la categoría y la clase que se merece. Fuera de esas marcas el niño no es nada, no es identificable. Incluso puede generar taras y complejos que le van a lastrar durante la edad adulta.
Por eso, que no te importe un pijo. Marca la diferencia con la ropa, colócale desde bebe en la posición que le corresponde. Se inmisericorde, aunque te parezca una ropa cara, incómoda y ridícula... es por su bien.
(*) Este post ha sido patrocinado por: Gucci, Dolce&Gabbana, Lacoste, Ralph Lauren y Tommy Hilfiger entre otros.
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