Revista Cultura y Ocio

Me molan los juegos de mesa…

Publicado el 14 octubre 2021 por Amenofis05 @PabloC_Autor

Siempre digo que el que se piense que los juegos de mesa son como jugar al parchís, a la oca o similar creándose una imagen de hace cincuenta años debería pensar en que hace cincuenta años se utilizaban unos teléfonos muy diferentes a los de ahora, por lo que, en consecuencia, deberían quedarse en el pasado y seguir usando aquellos antiguos armatostes. Si estás dispuesto a evolucionar y a no quedarte anclado en el pasado, deberías hacer caso a los que te recomiendan que apartes estos prejuicios y darle un crédito mínimo.

En la tienda muchos clientes vienen con la idea preconcebida de que los juegos de mesa son cosas de tipos raros, frikys y niños. Pero cuando se sientan a jugar al Catan o al Carcassonne, los juegos más clásicos, descubren un mundo completamente alejado de todo lo que pensaban. Tengo clientes mayores de sesenta años que se han aficionado al mundo de los juegos de mesa por culpa de sus hijos y que te reconocen que tenían ese punto de vista equivocado, pero que ahora disfrutan una maravilla. Hay padres de chavales que traen a sus hijos a jugar los campeonatos de Magic y que deciden quedarse en la tienda a esperar a que termine el campeonato del chaval y se meten en alguna de las partidas de juegos de mesa que tenemos organizadas. Terminan disfrutando más que ellos. Incluso vienen a jugar a la tienda sin el chaval cuando éste no puede venir por los deberes.

Antes de hacerme cargo de Walkyria Cómics jugaba a juegos de mesa tanto con mis hermanos como junto con mis primos y amigos. Era casi un ritual: los hermanos nos sentábamos en el salón y le dábamos al Risk, al Asalto al Banco de Inglaterra, La Fuga de Colditz y algunos juegos más que seguramente no recuerde. Con mis primos tocaba jugar los domingos después de comer, nos juntábamos y jugábamos al Imperio Cobra y otras más. Con mis colegas le dábamos al Trivial Pursuit, al Estratego, Space Hulk, algunos similares al Hero Quest... quizá me olvido de muchos de ellos, pero la verdad es que en muchas ocasiones no parábamos de jugar. La tónica general era que nos juntábamos los chavales y, salgo el Trivial y algún otro más, nuestros padres, tíos y/o amigos no solían jugar con nosotros porque eran "cosas de niños"; pero sí que disfrutaban (y lo siguen haciendo) de partidacas épicas al mus, tute, brisca y otros muchos juegos de cartas que hacían de las reuniones de amigos y familiares momentos de ocio bien divertidos. Ellos tenían sus propios juegos de mesa, "juegos de mayores", quizá, pero que al final acababas siendo partícipe cuando te hacías algo más mayor y te aprendías las señas del mus o a cantar las cuarenta, por poner solo dos ejemplos. Acababas formando parte de un equipo de mus entre el abuelo y el nieto y pasando un rato delicioso jugando contra otra pareja igual de variopinta.

Siempre ha predominado la misma premisa: pasar un rato de ocio entretenido sin distinguir a nadie por su edad y otros condicionantes. Formar un grupo de juego en el que compartes un objetivo con alguien con el que seguramente no tengas nada en común, pero que en este momento te sientes compañero suyo a partes iguales. Te juntas con tu familia, con tus amigos, con el novio de tu hermana al que le quieres dar pal pelo por listo, a tu tío el cachondo que es un vocingleras, juegas junto al colega de tu hermano al que no conoces o con el desconocido que está en la tienda y que se une a la partida y que al finalizar la tarde le llamas por su nombre de pila y has creado un pequeño vínculo jugón. Te da igual lo que piensa sobre todo lo demás: solo sabes que le mola pasar un rato de ocio junto a ti. ¿Hay algo más integrador?

Dentro de este ambiente lúdico aprendes a perder y a gestionar la frustración de que no te salgan las cosas como tenías planeado (los demás también juegan), aprendes a ganar con deportividad respetando a los demás porque sabes que a la próxima te puede tocar palmar y no te mola nada que te lo restrieguen por las narices. Tienes que aprender las normas y respetarlas porque de lo contrario nadie querrá jugar contigo, y disfrutas junto a tus compañeros cuando todo funciona como la seda.

A diferencia de hace unos años, ahora tenemos juegos de la temática más variada: puedes gestionar hospitales o un complejo hidráulico de presas, gestionar rutas comerciales en la Inglaterra del siglo XVIII o puedes diseñar rutas de ferrocarril que atraviesen el mundo. Es posible gestionar un parque de atracciones, colonizar Marte y otros planetas desconocidos, crear un imperio dando un repaso desde la edad de piedra hasta la última tecnología, puedes aprender la cultura Maya, Egipcia, Babilónica, Romana y muchas otras más. Puedes participar guerras históricas formando parte desde cualquier bando, aprendiendo muchos datos sobre sus costumbres y acontecimientos históricos.

Con los peques tienes juegos de cartas que tratan de virus, berridos de ovejas, juegos de cartas similares al mentiroso, de velocidad de reacción con las temáticas más variadas. Pueden hacer torres imposibles, ascender por laberintos mágicos, disputar carreras de hormigas con arañas acechando en el trayecto, carreras de camellos... o incluso pueden jugar con dos añitos a hacer sencillos puzzles aparcando coches. Hay juegos en los que los padres y los peques pueden jugar perfectamente y todos se lo van a pasar pipa.

Cuando les hablo de las bonanzas de los juegos de mesa a mis conocidos o familiares, muchos de ellos me argumentan que en casa solo somos dos para jugar y no hay juegos chulos para dos jugadores. Que los juegos de mesa son para jugarlos con más de dos jugadores.

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Actualmente hay mogollón de juegos de mesa exclusivos para dos jugadores con los que puedes pasar ratos muy pero que muy divertidos, e incluso hay muchísimos juegos con modo solitario con los que puedes disfrutar también. Puedes jugar con tu hijo sin problema porquehay juegos a dos jugadores que van de maravilla. Puedes jugar con tu pareja o con un colega, no hay problema. Tienes desde juegos de desarrollar civilizaciones, de estrategia, de superhéroes, puzzles, juegos de ingenio, de deducción, policíacos, juegos narrativos, de miniaturas... hay tantas opciones que detallarlas es demasiado largo. Si quieres jugar a un juego de mesa lo haces independientemente del número de jugadores con los que cuentes, de la edad y de todo lo demás. Solo tienes que encontrar el adecuado, apartar los prejuicios que has heredado de tiempos atrás y sentarte a jugar. Nada más. El que se pone a jugar repite: garantizado.


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