me pareces un imprentable

Uno grupo de preadolescentes charlaban en el respaldo de un banco.

Hablaban de coches.

Cuidado ahí, la nostalgia es una mentirosa muy convincente.

Hace 25 años el que estaba sentado con sus amigos en un banco era yo. Coches, motos, viajes, videojuegos. Tonto de mí, siempre supuse que lo hacíamos soñando. Que hablábamos de tenerlo. O mejor aún, de poder tenerlo.

Nadie me corrigió. Ninguno de mis amigos me dijo que no, que no fantaseábamos, que la idea era torturarnos por todo lo que ofrecía la vida y nunca tocaríamos.

Viendo dónde están esos amigos y está claro que era eso. Tortura. Que el equivocado era yo. El despistado que se levantó cada día durante dos décadas y media pensando que se podía conseguir.

Si tu cerebro aún es capaz de viajar a ese banco y escuchar esas conversaciones quizás todavía puedas replantearte el motivo por el que lo hacías.

Y si encuentras que ese motivo era sacarle el máximo partido a la única vida que vivirás, tengo algo para ti.

Cada día envío una lección de ventas. Una idea para vender más, para ganar más, para ser más libre.

No se trata de tener, sino de poder tener.

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