Desde el lunes estamos en una racha de las malas. Esta vez la obsesión que ha tocado es perseguirme. Desde que se levanta hasta que se acuesta, me persigue con muy mala leche, tirándome de la ropa, lloriqueando, lanzando al suelo todo lo que pilla a su paso.
No puedo barrer sin que se me agarre por detrás, con el riesgo que tiene de caerse, o sin que pise una y otra vez lo que estoy barriendo o me quite la escoba o el recogedor.
No puedo cocinar porque me empuja, me tira de los pantalones, me golpea con las manos, me pisotea, intenta escalarme... o empieza a abrir todos los cajones, a meter la mano en el cuenco de agua de los bichos o a zarandear el cubo de la ropa sucia.
No puedo hacer pis ni lavarme la cara porque me coge de la mano y tira de mi o intenta meter el brazo por la taza del WC o aprovecha que estoy ocupada para jugar a meter sus juguetes en el arenero de los gatos o para meterse dentro del plato de la ducha o para jugar con el agua del bidet, metiendo los brazos hasta el codo o mojando sus esponja y después refregándola por todo el baño. Por supuesto que no puedo ducharme porque si le ato a la trona y me meto con él al baño no aguanta ni un minuto, apenas me he mojado y ya está pegando gritos y berridos que cualquier día se presentan en casa los servicios sociales.
No quiere comer en condiciones porque si le doy algo en el momento que no quiere me lo tira al suelo con mala leche. Me da patadas con los pies mientras estoy sentada delante de él. Se niega a que le de yo nada pero no tiene habilidad suficiente para coger él la cuchara así que se pringa de arriba a abajo, no come nada y encima le tengo que cambiar de ropa.
No quiere que le cambie los pañales ni que le cambie de ropa. Tengo que hacerle una llave para conseguirlo mientras nos pringamos los dos de mierda hasta arriba y llora como si le estuvieran matando. Me pregunto si es que prefiere estar con la caca pegada al culo todo el santo día.
Mientras escribo esto no deja de tirarme de las mangas y de lloriquear. Si le subo en brazos me arranca las teclas del portátil (el ctrl ya me lo ha estropeado), me tira el ratón y, si le dejo, me tiraría el portátil al suelo (a estado a punto varias veces).
Esto no es mamitis. Esto es otra cosa, no sé qué nombre ponerle, pero no es mamitis. No me persigue porque quiera mimos, me persigue porque se aburre y se le ha vuelto a olvidar lo divertido que era entretenerse mínimamente con sus juguetes.
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Hoy me duele la cabeza y estoy resfriada, no me encuentro muy allá. Él tiene las encimas inferiores muy abultadas. A lo mejor es por eso que él está así y que yo tengo uno de esos días en los que veo el tema...