Septiembre. El mes de la vuelta al cole. O en nuestro caso, el mes de inicio del cole, el cole de verdad. Recuerdo perfectamente mis vueltas al cole después del verano, con la ilusión de estrenar libros y estuche, de forrar los libros, de cuidar los cuadernos (todo eran buenas intenciones al comienzo), de reencontrarme con mis amigas y de conocer a los niños nuevos de la clase. ¡Y ahora es mi hijo el que va al cole!
Un día tu bebé necesita que lo hagas todo por él. Alimentarle, cambiarle el pañal, bañarle, acunarle...Poco después gana autonomía, pero todavía hay que hacer cosas por él, darle de comer, vestirle, ponerle los zapatos, etc.
Y de repente un día, él te puede ayudar a ti. De repente descubres que es una personita a la que le puedes pedir ayuda cuando te faltan manos: por favor alcánzame eso que se me ha caído, o por favor llévale esto a papá.
Un día no sabe hacer nada, y al día siguiente se está ofreciendo a ayudarte a hacer su maleta. Y quiere llevarte él a ti a caballito; y se mete entre tus piernas para intentarlo, haciéndote tambalear de manera que casi te caes, eso sí, muerta de risa.
¿Pero cuándo ha crecido tanto este niño?
Y es que Chiquinini es un niño-niño. Un niño mayor.
Además con las vacaciones está como un potrillo salvaje, un poco brutote, no le va a venir mal volver a la rutina ( o al menos no me va a venir mal a mí).
Por otro lado las rabietas de los dos años, que fueron pocas, la verdad, han dado paso a otro tipo de enfados, más desafiantes, más difíciles incluso de manejar. Espero que la vuelta a la rutina nos ayude en este sentido.
Por otro lado, Chiquinina hace nada era como un cachorrín que apenas se movía, gruñía como un gatito... y ya está intentando ponerse de pie. Pronto andará mi bebé...
Me repito, me repito, pero cómo crecen.