Revista Creaciones

Me quedaré hasta que cambie el viento

Por Ripu77
Cuántos querríamos haber vivido en la C/ del Cerezo número 17. Saber que el viento del este y la niebla gris nos traerían a la niñera mágica. Estar seguros de que en una ciudad con un cielo incoloro, como la nuestra, aparecería ella prendida de su paraguas y cuidaría de nosotros, de los nuestros. Que podríamos reír sin parar hasta quedar colgados del techo, que entraríamos en los cuadros y nos vestiríamos de mil colores para cantar el supercalifragilísticoespialidoso. Pero nunca vino.

Confieso que era una de esas niñas que cantaban y bailaban cada vez que regresaba a la película. Que me inundaba la emoción verla aparecer y que escucharla asegurar que “todo es posible, hasta lo imposible” me hacía sentir capaz de todo. La imaginación iba conmigo, cierto, y creer en ella como en los Reyes Magos me devolvía la sonrisa. Confiar que todos los niños deberían tener una Mary, para soñar, para alejarse de los gritos, para pintar el cielo gris en tonos rosas. Para eso quería yo una Mary Poppins. Porque nosotros, como Jane o Michael, también necesitábamos que existiera la magia.Pamela Lyndon Travers escribió sobre la niñera en los años treinta. Tuvo a su propia Poppins, la señora del paraguas que vino para salvar a su padre. Infancia dura, triste y dolorosa la suya. Podéis darle vida con la película Al encuentro de Mr. Banks, no os decepecionará. Descubrió que podían llegar de la nada personas con intenciones de rescatar a lo más querido. Por ello, una vez adulta, necesitó escribirlo, que no inventarlo. Lo compartió con nosotros, para contarnos que podemos creer que ante lo más peliagudo y oscuro que vivamos, puede cambiar el viento y traernos a nuestra Mary Poppins. 

Seguramente, en ese momento, no fuera consciente de todo lo que sus novelas iban a significar, de cómo sus palabras serían repetidas décadas después. De cómo muchos niñ@s nos sentíriamos identificados con su infancia, con su necesidad. Su adaptación al cine con Julie Andrews fue sublime, qué diré yo,  tras las negociaciones con Walt Disney para ceder sus derechos, su vida. Hizo que todos gozáramos de verla caer como si nada del cielo tan solo por cambiar el viento. ¿Quién no ha pensado en ella en ver girar una veleta?

Me quedaré hasta que cambie el viento

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Me quedaré hasta que cambie el viento
Se han editado gran variedad de versiones del libro; ilustradas, ingeniosas, emocionantes, como la que hizo el Círculo de Lectores en 2013 ilustrado mágicamente por Júlia Sardà. Y por fin, este año, ha llegado traducida la maravilla de Hèlène Druvert en Edelvives. Un paseo con Mary Poppinses un cogerle de la mano y sumergirse entre siluetas, sombras, puros trucos de magia a través de sus páginas. Volar por ellas como si fueras la cometa de los Banks, como si danzaras al son del deshollinador. ¡Chim Chiminey, Chim Chiminey, Chim chim cher-ee! El regresode la niñera estas fiestas ha sido una explosión nostálgica. Aquellas niñas que necesitábamos verla todos los fines de semana y que seguimos entonando sus estribillos con solo mencionarla, estábamos ahí en cuanto se estrenó. La ilusión por el reencuentro hizo que en un primer momento todo fuera sorprendente. Realmente es una película con encanto, con detalles cuidados, pero… Los hermanos ya no tienen la luz que nosotros recordábamos y las canciones nuevas, aunque en su momento nos hagan recibir lágrimas emocionadas, luego no se van con nosotros a casa. No nos siguen, como sí lo hicieron aquellas. Una, entonces, piensa si ya no cree en la magia o, si por el contrario, esta ya no existe. 

Mary Poppins, con un poco de azúcar seguiremos soñando contigo. Srta. Travers lucharemos por salvar al padre, porque nada se perdió: tan solo no lo vemos, como bien les dice Poppins a los pequeños Banks.
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