Revista Diario

Me retiran el “carnet de madre”

Por Desmadreando @desmadreando

Yo quería tener una hija. Una princesa. Y el destino me dio a una niña mas “Bestia” que “Bella” la cuál hoy la muy lista ha decidido multarme y a falta de puntos por restar quitarme el carnet de “madre”definitivamente.

Por la mañana sorprendió a mis nervios dándoles los buenos días cuando decidió que no quería desayunar cereales de chocolate aventando el bowl en mis narices acompañado de un “no” con movimientos giratorios de cabeza al puro estilo exorcista.

Ella quería de desayunar lo mismo que “Torro” así que fue a sumergir su bello cutis princesil en el plato del perro y me “compartía” galletitas.

La saque del plato por los pelos lo que significó que automáticamente me restara dos puntos del cárnet de madre.

De ahí la cosa mejoró. Decidí escaparme un microsegundo al baño. ¡Lo juro! Ni un nanosegundo más. Cuando las risitas y los grititos de emoción me hicieron dejar la cosa a medias y levantarme corriendo.

Como algunos de ustedes vieron por twitter, Critter decidió que era el momento de redecorar la casa y optó por usar sus lápices “lavables” en mi pared. Quede por sentado para futuras madres primerizas que dichos lápices son lavables pero SÓLO en superficies como en telas ¡no en paredes!

Mi grito fue tal que la pobre paso de las risistas de emoción al llanto que tuvo cuando la parí: de esos que empiezan silenciosos y terminan por hacerte sangrar el tímpano del oído.

No pude explicarle suavemente que no se dibuja en las paredes. No apareció en mi la virtud de la paciencia. ¡Se lo explique con gritos, con levantamientos de brazos, con no´s dibujados con los dedos! ¡Aquí NO! ¡NO NO y NO!

Eso resto otros cuatros puntos del carnet.

Simplemente es de esos días en que sabes que tu bestiecilla es un terremoto y hay que armarse de paciencia ¿dónde venderán dicha armadura?

Por la tarde, Critter decidió que era hora de hacer chantaje. Me trajo su chaqueta y me decía “pi-pi”. Entiéndase por pi-pi todo mecanismo que pueda ser montable ya sea un coche, un columpio, un tobogan o un banco en donde pueda gritar como posesa al ritmo del sonido de un claxón: piiiii-piiiiii. En pocas palabras significaba un “levanta tu cuerpo serrano de ese sofá y llévame al parque“.

¿Para que ir al parque a tomar el fresco si uno puede ir a tomar el aire artificial al centro comercial? ¡Oiga uno se divierte y hay pi-pis mecánicos que por un euro hacen feliz a la Bestia!

Y ahi nos fuimos. Todo iba bien hasta que llego la hora en que los euros y la paciencia se me acabaron. Cuando intenté marchar y colocarle en la silla ¡LA FURIA APARECIÓ! La mismisima bruja Ursúla de “La Sirenita” hizo su máxima actuación. Levantaba miembros inferiores y superiores a la par. Gritaba. Se ponía morada. Mientras tanto la horda de espectadores se reunían a mi alrededor señalándome con dedos culpables por maltrato infantil.

¡Y a la fuerza lo logré! Usando todas mi dignidad de madre para someterla de manera “socialmente aceptable”,logré abrocharle el cinturón y dejar escurrir esa gota que uno intenta disimular por hacer tanto esfuerzo con un nórdico puesto cuando la calefacción del centro comercial está a 30 grados.

Otros cuatro puntos restados.

¡Sólo quedaban dos horas para la liberación! Dos horas de ná pa que el reloj marcara las 9 de la noche y yo pudiera ser adulto.

Llegó la hora del baño.

Últimamente éste ritual le emociona. Me lleva de la manita y va a ver sus juguetes que tiene en la tina y me dice “aaaguaaa”. Si de vez en vez tiene sus momentos princesiles…

Y ahí fui yo a poner su ropita, el pañal, la cremita y todo lo necesario para el ritual. Abrí el grifo del agua para llenar la tina.

Critter estaba a mi lado y fui a buscar una toalla.

De repente ya no estaba a mi lado.

SILENCIO.

Mi instinto se alertó. Pasé rápido por el baño y vi como se movían dos piernecitas.

¡MI HIJA ESTABA SUMERGIDA DE CABEZA! Fue a buscar sus juguetes y al agacharse en la bañera para cogerlos la cabeza le pesó de más y termino sumergida con medio tronco fuera y sin poder salir.

Esto no fue nada chistoso. NADA. La saqué y respiró.

Si no llego a escuchar ese silencio que en la maternidad no existe no quiero saber que pudo haber pasado.

Esto restó todos mis puntos del carnet que quedaban y además significó una retirada del mismo.

Sigo siendo primeriza. Y sigo temblando…

 


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