"Has vencido y me entrego. Pero a partir de ahora tú también estás muerto... muerto para el mundo, para el cielo y para la esperanza. ¡En mí existías... y observa esta imagen, que es la tuya, porque al matarme te has asesinado tú mismo!"
La cita es de Edgar Allan Poe y se puede interpretar de muchas maneras.
La persona se puede dividir en dos personalidades: la muerta que representa a la parte fría y calculadora que está totalmente ausente de sentimientos, y la viva que es la que se preocupa por los demás y en definitiva siente. De la lucha entre esas dos partes surge el ser, es decir nosotros mismos y de nosotros depende estar vivos o muertos, pues si por no sufrir nos vaciamos de sentimientos ya no hay vuelta atrás.
Por otro lado no podemos reconocer en los otros lo que no existe previamente en nosotros mismos luego si destruimos a alguien perdemos una parte de nuestro ser que no volvemos a recuperar.