Revista Coaching

Me tiendes la mano y la vistes de “ayuda”

Por Juanmarodriguez @juanmariarm

Te ayudoBuscas la manera de hacerme entender que en tus brazos seré mecido hasta alcanzar la calma y quietud precisa que adormezca mi intelecto. Me avasallas con tu experiencia adquirida no sé muy bien dónde y cómo.
Marcas las baldosas por las cuáles decides debo caminar, obligándome a no pisar entre las juntas blancas que las unen porque a ti te enseñaron a caminar de esa manera.
Pronuncias mis palabras dando por hecho lo que quiero decir y acallándome con una mirada. Tu mirada. Conocida mirada inquisitiva que corta poco a poco los hilos de una cuerda que nos distancia, nos aleja.
Me tiendes tu mano, una vez más, cuando compruebas que mis pasos son torpes y mis pensamientos empequeñecidos buscan un camino de salida. La mano va acompañada de una sonrisa. Tu sonrisa. Aquella sonrisa inquisidora y prepotente del que se siente ganador. Ganador ¿de qué? ¿De la debilidad del que ya lo era antes de empezar la partida?
Todo lo vistes de “ayuda”. Palabra mágica que permite entrometerte en una vida que no es tuya. Descubro entonces tu estancamiento en un tiempo que fue; un momento que ocurrió; un papel que interpretas de una obra que ya terminó.
Para alcanzar la calma y la quietud, prefiero aprender por mí mismo. El conocimiento me llevará a ello.
Para llegar al final del camino, elijo pisar caminos llenos de arena, de barro que me hagan sentir más fuerte ante las inclemencias que la vida me irá brindando.
Para expresar mis ideas, te pido me dejes usar mi propia voz para hacerme dueño de mis palabras y dar a conocer mis opiniones.
Para crecer necesito equivocarme. Quiero equivocarme y caerme. Cuando esto ocurra, y solamente si te lo pido, espero entonces tener tu mano.
Para que sea ayuda, debo pedírtela yo. Si no es así, prefiero llamarlo intromisión. En ti estará el dármela o no. Tu decisión la entenderé porque me habrás permitido crecer.
De esta manera podemos ir haciendo apretados nudos que nos permitan acercarnos. Piensa que en algún momento del cuento, seré yo el que te ofrezca la mano y en ti estará agarrarte o no. Esa será tu decisión.


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