Como os conté, el pasado viernes fue el cumpleaños de mi hijo. Ese día tuvo su celebración, aunque por circunstancias familiares, no pudo ser en nuestra casa, ni con todos los amiguitos que hubiésemos querido. Habíamos programado una celebración a parte con su mejor y más querido amigo, pero como al día siguiente se puso malito no pudo ser. Y el pobre está a la espera de su fiesta con su amigo.
El día del cumpleaños compramos una super tarta de chocolate, una tarta bombón, según me dijeron en la pastelería. Mi hijo, ni que decir tiene, adora el chocolate, lo adora hasta tal punto que incluso cierra los ojos del gusto que le debe producir cuando prueba el primer bocado. Pero la tarta no fue del todo de su gusto, y es que el bizcocho no era de chocolate. Estaba buenísima, no lo puedo negar, nada pesada, rellena de trufa, una gozada para el paladar, para mi paladar, porque al suyo le hacía falta una ración añadida de chocolate.
Como mi niño ya está curado (afortunadamente), hemos organizado su segunda celebración este próximo viernes, y me he liado la manta a la cabeza, voy a hacer yo misma la tarta. Yo sé como le gusta, y ahora que me he metido de lleno en esto de la cocina, pues me he lanzado. Y con la inestimable ayuda de Ana María (eres la mejor, ya te lo he dicho un montón de veces), el viernes por la mañana prepararé la primera tarta de chocolate de mi vida, y lo haré en honor de mi hijo, lo cual me llena de orgullo.
¿Cómo será la tarta? pues os cuento, primero haré un bizcocho esponjoso de chocolate. Cuando haya enfriado lo abriré y rellenaré con natillas amarillas (como dice mi hijo). Haré una cobertura de chocolate, para ello utilizaré nata, chocolate foundant y un poco de mantequilla para darle brillo, cubriré generosamente todo el bizcocho. Lo dejaré enfriar y para decorarlo utilizaré fideos de colores y lacasitos.
¿Os apetece?, ¿se os ha hecho la boca agua? Pues no me lo agradezcáis a mi, Ana María es la responsable de que mi hijo tenga la mejor tarta de cumpleaños. El bizcocho lo descubrí en su blog, pero no sabía como mejorarlo para convertirlo en una tarta de cumpleaños, pero su idea de las natillas es ¡brillante!. Así que ya os contaré el resultado.
La verdad es que si me hubieran dicho hace unos años que yo haría en casa repostería, no me lo hubiera creído. Ahora no hay semana que no haga bizcochos, magdalentas, alguna galleta.... y ahora también tartas. Y es que cuando mi hijo me "roba" una magdalena recien sacada del horno y se la come sin pestañear comprendo donde reside el placer de las pequeñas cosas.