Muchos pacientes, amigos, familiares me preguntan si deben vacunarse de la gripe A. Percibo que les interesa sobre todo lo que voy a hacer yo, lo que voy a recomendar a mi familia, incluso muchos me lo preguntan directamente. No buscan argumentos científicos sobre riesgos y beneficios, que intuyen que no van a entender o les van a servir para poco. Han oido demasiadas cosas sobre esta cuestión durante estos últimos meses. Han pasado del miedo al escepticismo para quizá de nuevo preocuparse, al enterarse de una nueva muerte. Han oido hablar de riesgos de la vacuna, de negocio de la industria farmacéutica, de que muchos médicos no van a vacunarse a pesar de las recomendaciones oficiales. Pero por otra parte son conscienes que las vacunas históricamente han salvado muchas vidas y no se perdonarían que a uno de sus hijos le pasara algo por no haberlo vacunado. Buscan un empujón emocional que les ayude a tomar una decisión final.
El otro día mientras tomábamos café varios compañeros hablabamos sobre lo ha íbamos a hacer personalmente o algunos ya habían hecho, sobre si nos íbamos a vacunar o no. Todos admitíamos que había incertidumbre pero algunos lo tenían claro: lo ortodoxo era vacunarse. "Si las autoridades sanitarias (que siempre buscaban buen asesoramiento de expertos) habían recomendado la vacuna es que había razones poderosas para hacerlo y tener dudas personales, no demasiado bien fundamentadas, no era un argumento para no vacunarse. Si se era médico había que practicar una cierta ortodoxia o colgar la bata. Además en este caso los resultados históricos apoyaban totalmente la eficacia de las vacunas a pesar de que todas habían provocado reticencias en el tiempo en que se aplicaron."
Otros argumentaban que en muchos momentos históricos la medicina avanzó porque hubo médicos que no se plegaron a la ortodoxia del momento. "Si no hubiera sido así seguiríamos haciendo sangrías para curar las neumonías o nunca se hubiera descubierto el Helicobacer Pílori. Ademas cuando hay mucha incertidumbre y los riesgos que se corren individualmente, por tomar o dejar de tomar una decisión no son excesivos, puede ser razonable no presionar demasiado y ver que pasa. Por ejemplo se puede explicar a los pacientes que decidan la opción que les deje más tranquilos porque con los datos actuales ambas opciones pueden ser razonables. Probablemente la vacuna es tan segura y eficaz como la de la gripe estacional y quizá, como ella, está sobre todo indicada en pacientes con mayor riesgo de desarrollar complicaciones respiratorias. Aunque si no se vacunan lo más probable es que si cogen la gripe A sea un cuadro autolimitado que raramente se complique. Desde este punto de vista los médicos pueden sertirse libres para hacer lo mismo, vacunarse o no, sin dejar de ser médicos razonablemente científicos."
Alguien comentó que había médicos que tenían muy claro que no había que recomendar la vacuna y trataban de convencer de ello a sus pacientes. Todos tenían dudas de que esa fuera una buena opción ya que tenía muchos riesgos si luego resultaba que aparecían más complicaciones de las esperadas y además tampoco estaba meridianamente claro que hubiera datos que avalaran que fuera mejor no ponerla (Gérvas resume aquí sus razones para no vacunarse: http://www.equipocesca.org/actividades-preventivas/gripe-a-ocho-razones-para-no-vacunarse/ ). Aunque alguno apuntó que el problema era de las expectativas de la sociedad moderna sobre las intervenciones médicas. Parece que se penaliza más no hacer nada si luego pasa algo que hacer algo y que luego pase algo (incluso aunque sea producido por la propia intervención. Es decir, ante la duda se estimula la intervención, lo que quizá está en la base de muchos éxitos y también fracasos de la medicina moderna.
Por la tarde en la guardia me enteré que había muerto una chica joven por gripe A en mi hospital de referencia, lo que añadía un nuevo dato a mi propio proceso de toma de decisiones. Hasta ahora los posibles casos que había visto había sido leves, pero ahora, en mi entorno, ya había ocurrido un caso grave. ¿Qué iba a hacer?, ¿me iba a vacunar yo?, ¿iba a vacunar a algunos miembros de mi familia o amigos que me habían consultado?. Traté de pensar en como influía esa muerte en la decisión, a pesar de que no había cambiado nada en el comportamiento de la pandemia en 24 horas. Traté de recordar algunos de los argumentos a favor y en contra que había leído en estos meses de los compañeros de Gripe y Calma pero no estaba seguro que su análisis fuera en estos momentos lo más determinante para decidirme. Había demasiados estudios, demasiados datos contradictorios según quien los interpretara, yo mismo tenía demasiados límites para interpretar los datos epidemiológicos e incluso se podía dudar de la calidad de alguno de ellos. Además, como a menudo pasa en medicina, es dificil decidirse por una opción cuando la diferencia de riesgos es pequeña o hay datos contradictorios.
Creí ver clara la hipótesis de Antonio Damasio en "El error de Descartes". Las emociones y la razón están íntimamente imbricadas en el proceso de toma de decisiones. Nos acercamos a un determinado problema (por ejemplo vacunarse o no de la Gripe A) desde una predisposición de la que amenudo no somos conscientes. Eso depende de lo que Damasio llama marcadores somáticos que en función del aprendizaje vinculan un estado neural afectivo a una determinada situación a veces de forma negativa (funcionando como un timbre de alarma) o de forma positiva (funcionando como un incentivo). Actuan de forma encubierta y no deliberan por nosotros sino que nos ayudan a resaltar algunas opciones simplificando y cribando un proceso que de otra forma sería infinito. A partir de ahí utilizamos la razón, buscamos información y la analizamos, pero al final para decidirmos precisamos de nuevo el impulso de una emoción. Quizá por eso es una vez vislumbrada una posible elección es mejor consultarla con la almohada porque durante el sueño es posible que se procese de nuevo la información y se vea si está en consonancia con nuestras experiencias valores y sentimientos.
No queda mucho para que me acueste. En este momento quizá pienso que dado que, según los datos disponibles, vacunarse no tiene riesgos importantes quizá sea razonable hacerlo ante un virus que puede causar alguna mortalidad aunque sea pequeña. Incluso podría ser rentable si solo evita pasar un cuadro clínico molesto aunque no lo hiciera en todos los casos. Soy consciente de estar algo influido por la muerte cercana (¿se hubiera evitado si se hubiera vacunado a tiempo?) y no estoy muy seguro de tener toda la información o de comprenderla con todo detalle. Llegado a este punto es el momento de consultarlo con la almohada y observar que me dice mi cuerpo mañana. Luego una vez que tome la decisión seguro que la justifico con más fuerza. Aunque eso no demostrará necesariamente que sea la correcta.
http://www.uned.es/ca-motril/tutorias/webstutores/parcas/miWeb12/Otros%20recursos/A%20DAMASIO/EL%20error%20de%20Descartes.pdf