Revista Belleza

¡ME VIENE AL PELO! Rosy Martinez de Burgos

Por Formulabelleza

El cuidado capilar es de suma importancia, tanto si se manifiesten o no lo hacen determinados problemas que en ocasiones “amargan la vida” y crean grandes complejos a quienes los padecen.

La prevención, la constancia y contar con las herramientas adecuadas en estos casos, son elementos de máxima eficacia.

Uno de ellos es la caída capilar provocada entre otros por factores hereditarios, predisposición genética, deficiencias inmunológicas, estrés, nervios y desequilibrios emocionales.

Pero la alopecia, tal como se la denomina, no es en sí misma una enfermedad, sino un trastorno del folículo piloso.

El colágeno que rodea su raíz pasa de ser suave y flexible a maduro y rígido a causa de la acción de una enzima.
Y el cuero cabelludo que cuando se muestra sano pierde entre 50 y 100 cabellos al día (cantidad que puede aumentar a 150 con el lavado), se intensifica y despierta nuevas señales de alarma cuando existen factores genéticos, porque lo más seguro es que de un padre o un abuelo calvos, algún hijo o nieto herede la calvicie.

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No siempre es irreversible, aunque una vez instalada de manera global o localizada en determinadas zonas, las posibilidades de solucionarla son bastante escasas, salvo las quirúrgicas.

Por eso de lo que se trata es de retrasarla por medio de la prevención, la higiene adecuada y el asesoramiento profesional autorizado.

¡Y siempre sin angustia para no acrecentar el estrés!…

Otro de los factores en ocasiones desesperante es la psoriasis, una patología inflamatoria crónica de origen autoinmune que afecta a todo el organismo.

Los síntomas que presenta en el cuero cabelludo son el picor y las escamas blanquecinas sobre todo en la región occipital.

La edad de presentación de esta patología es variable, aunque infrecuente que aparezca antes de los ocho años.

Para tratarla lo primero es saber qué factores han sido los desencadenantes de los brotes que se pueden evitar, como el tabaco, el alcohol, el estrés, los cambios bruscos de temperatura, y algunos fármacos como el litio, los betabloqueantes y la suspensión brusca de los corticoides.

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Las lesiones de la psoriasis mejoran en verano por la mayor exposición solar, pero es importante la protección en las horas centrales del día y evitar periodos prolongados al sol.
Para prevenir y mantener la piel entre brotes se pueden usar productos emolientes tras la ducha con agua tibia, aumentando la hidratación de la piel y reduciendo el engrosamiento de su capa más superficial, y activos como la vitamina D, el ácido salicílico o extracto de sauce blanco, la urea, el ictiol o el ácido glicérico.

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