Revista Diario

Médico de familia

Por Drajomeini @DoctoraJomeini
Médico de familia
En mis tiempos de Cabeceróloga, cuando decía cuál era mi especialidad, la respuesta era siempre la misma: "¿Médico de Familia, como Emilio Aragón?". Siento defraudar al posible lector, pero Emilio Aragón se parece a un Médico de Familia en lo que yo a Lady Gaga. Hace unos días, en El País salió un artículo llamado "No quiero ser médico de familia", firmado por Elena G. Sevillano. En él se cuenta que, a pesar de ser la especialidad con más demanda al acabar la residencia, los aspirantes a MIR no quieren ser médicos de familia. Antes, se inclinan por otras especialidades con un mayor prestigio social (como, por ejemplo, cardiología). De esta forma, la Atención Primaria, que debería ser la base del sistema, tiene un déficit de un 25% en médicos. La periodista habla de sueldos bajos, excesiva presión asistencial, precariedad laboral y carga burocrática. A eso suma el desconocimiento por parte de los estudiantes. También habla de un post del Dr Bonis (¿Por qué se coge Cardiología antes que Medicina de Familia?), brillante como todo lo que hace. Pero yo no les resumo esto para hacer un corta y pega del artículo, por muy interesante que esté. Se los resumo porque días más tarde, leyendo las cartas al Director, me topé con esta respuesta (escrita por Roberto Sánchez, un médico residente de Familia de Madrid) y me ha parecido tan increíblemente buena, que tenía que darla a conocer: "He leído el artículo No quiero ser médico de familia en su periódico y escribo para decirle que yo sí quiero. Es que a mí, señor director, me gustan los sentimientos de la gente, la sonrisa de la mujer que se queda embarazada la primera vez, las sonrisas sin dientes de los abuelos, las sonrisas con caries de los niños. Me conmueven las lágrimas del suicida, del empresario, del seropositivo, las del paciente que sabe que va a morir pronto. Me apasiona mi trabajo porque me apasionan las personas con sus corazones, sus tripas, sus desechos, sus ojos evasivos. Me apasiona mi trabajo porque me apasiona la vida y todos los días, cuando entro en la consulta, entro a construir la sociedad, a consolar a los parias de la tierra, a leer biografías entre líneas, a ser un voyeur de la cotidianeidad. He dedicado 11 años a este propósito, le he entregado mi juventud entera, lo mejor de mí, y me siento a medio camino entre las vejaciones de la Administración y la cultura de la queja instalada en el discurso de mis colegas. A medio camino entre el agradecimiento de los pacientes y el desprestigio social de una atención primaria que se basa en el uso racional de los actos médicos y de los recursos, que no quiere convertir la sanidad en un bien de consumo de centro comercial". Olé.

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