Magazine

Medios de transporte en sudamérica: el caos sobre ruedas

Publicado el 15 febrero 2014 por Pinceladasdeunamicroviajera @microviajera

Cuando viajas no sólo conoces lugares increíbles y gente maravillosa, muchas veces te cruzas con costumbres extrañas para tu cultura que en ese contexto son normales y todos te miran porque te sorprendas de algo tan cotidiano como parar un autobús en mitad de una autopista. Hoy quiero hablar sobre los medios de transporte en Ecuador, Perú y Bolivia, que son los que conocí.

Imagen de Huancavelica, Perú, pero era bastante común verlo. Foto: Sara Gordón

Imagen de Huancavelica, Perú, pero era bastante común verlo. Foto: Sara Gordón

Descubrí muchos medios de trasporte nuevos en mi viaje; por una parte está el autobús de toda la vida pero un poco más antiguo y parcheado. Lo curioso de los buses allí es que sólo tienen una estación central y luego, por la ciudad, lo puedes parar en cualquier sitio. Con cualquier sitio realmente quiero decir eso. Normalmente está el conductor y otra persona que se dedica a ir medio cuerpo fuera de la puerta delantera gritando continuamente el nombre del destino final (y si hay varios destinos todos de seguido sin que se entienda nada). El hecho de que grite el nombre no es meramente informativo, intenta convencerte de que vayas a dicho lugar y te subas en el bus lo que para mí es algo muy extraño y que a la vez tiene un encanto mágico. Sales de casa a comprar el pan, vas pensando en tus cosas, y un hombre desde un autobús comienza a gritarte “CHICLAYO, CHICLAYO, CHICLAYO” (suele ser con voz nasal) y tú de repente contra todo pronóstico para el día dices: “qué narices, no sé ni donde esta Chiclayo pero ¿y si me voy?”. Ahora cuando camino por las calles de León muchas veces sueño con que un hombre me grite desde un bus “ASTORGA, ASTORGA, ASTORGA”. En Perú no existe aforo máximo para un bus, se pueden ir cuatro en dos asientos, una señora a la que no conoces sentada encima de ti, el pasillo también lleno y, he llegado a ver, gente subiéndose en el maletero porque no cabía ni un alfiler más en la parte de arriba. En Bolivia los conductores son leales hasta la muerte, hasta que no llega la última persona que ha comprado el billete no arranca, aunque el resto tengamos que esperar dos horas, esta costumbre en el momento me producía siempre una mezcla entre ternura y desesperación. Los viajes allí nunca son aburridos porque el trayecto es aprovechado por todo tipo de vendedores ambulantes que despliegan el arte de su locuacidad para que compres todo tipo de cosas, desde cepillos de dientes hasta chucherías. Cada vendedor se toma su larga media hora para presentar el producto que traen, en Ecuador había muchos que subían con su propio DVD portátil para venderte películas y algunos alargaban tanto su discurso que te contaban el argumento completo y el final. Pero los que más hablaban sin duda alguna eran los pseudodoctores peruanos que eran capaces de subirse al bus a las 6.00 de la mañana para contarte que el colón es lo más importante del cuerpo humano y finalmente venderte unos remedios, hasta hora y media de discurso. Pura obsesión con el colón en Perú.

Autobús en La Paz. Foto: Sara Gordón

Autobús en La Paz. Foto: Sara Gordón

También tenemos la combi que es como una furgoneta con bancos muy juntos en los que las rodillas inevitablemente se incrustan en el hierro del asiento de delante, y que por lo general para los que somos un poco altos (ver a los estadounidenses y viajeros de los países nórdicos, que suelen ser muy altos, encogidos dentro de una combi es todo un show) las ventanillas quedan por debajo de tu boca, es imposible encontrar una postura cómoda en la que dormir porque el respaldo siempre queda a media espalda, los viajes en este medio suelen ser largos (no largos a la europea de cuatro horas, sino de ocho o nueve por carreteras imposibles) y, al menos en los que yo me monté, siempre alguien vomitaba a menos de una hora de emprender el viaje. También pueden pararse en cualquier sitio y en La Paz alcanzan su máximo desarrollo creando un caos total en la ciudad donde nunca sabes si vas a morir atropellado por una de ellas.

coroico-tocaña14

Los taxis por lo general suelen ser compartidos, así que si vais que no os sorprenda que pare a recoger a más gente y si el taxi es ranchera incluso que vaya alguien atrás. Esta manera de entender el taxi en realidad me gusta más que la de las ciudades europeas donde he estado, primero que es más económico y se usa más porque para mí taxi siempre había sido sinónimo de caro, muy pocas veces en mi vida he usado este medio de transporte, y segundo que se aprovecha el trayecto mejor.

El último medio y el que más me gustó de todos: el mototaxi. Dice la RAE que es una “motocicleta de tres ruedas y con techo que se usa como medio de transporte popular para trechos cortos, que transporta personas a cambio de dinero de la misma forma que un taxi”, pero se queda en una simple descripción, es mucho más que eso. Hay mototaxis con la cara del Che, muchos con el símbolo de Batman, otros con la cara de Fidel Castro, con dibujos de calaveras, de llamas, con tribales, sobrios, los totalmente o parcialmente cubiertos de plástico en los que te asas pero igualmente te entra todo el polvo del camino y cuando bajas estas irreconocible y toses arena, los cubiertos de metal que son como un frigorífico con ruedas, los que no tienen frenos. La primera vez que vi un mototaxi fue en Jaen, ciudad de Perú en la frontera con Ecuador, un calor agobiante distorsionaba la realidad y nos humedecía constantemente el cuerpo cuando llegamos a su estación de autobuses y un ruido de mil abejorros atronó nuestros oídos para descubrir que se trataba de un ejército de mototaxis que se adelantaban, iban a la par hablando, se cruzaban, pitaban continuamente sin razón aparente, todo un espectáculo de ruido, colores y movimiento.

Mototaxi en Leymebamba.  Foto: Sara Gordón

Mototaxi en Leymebamba. Foto: Sara Gordón

Mototaxi por las calles de Huancayo, Perú. Foto: Sara Gordón

Mototaxi por las calles de Huancayo, Perú. Foto: Sara Gordón


MEDIOS DE TRANSPORTE EN SUDAMÉRICA: EL CAOS SOBRE RUEDAS

Volver a la Portada de Logo Paperblog