- La suavidad en los actos. Debemos adoptar la suavidad como actitud desde el principio, tanto para hacer como para deshacer las asanas o posturas yóguicas. Intentar no llegar al límite de nuestras posibilidades, de forma forzada, dejando que el cuerpo trabaje y se supere, pero sin forzarlo. Si se lo proponemos y le damos tiempos y respiraciones, responderá mucho mejor.
- Las pausas. Habrá momentos durante la prática que haremos pausas para recuperar el aliento, para centrar la mente y para sentir y tomar conciencia corporal, trabajar con imágenes, visualizaciones o meditaciones. Lo ideal es combinar el movimiento fluido con pausas, entre el principio y el final.