Alegría
¿Te hacen feliz tus devociones?
¿Es tu vida una alegre canción?
En toda esta discusión sobre las devociones espirituales, hay un simple hecho. Te tiene que gustar. Debería hacerte feliz. Es desafortunado que tanta coerción, tanto descontento, tanta amargura, culpa y miedo se envuelvan en la espiritualidad. ¿Por qué no podemos hacer las cosas simplemente por alegría?
Practicar la espiritualidad no es cuestión de pesadez. No es cuestión de miedo. No es para encajar en un grupo social. No tiene nada que ver con el status. El dedicarte a lo sagrado en tu vida es cuestión de celebración y alegría. Cuando te sientas a meditar, una sonrisa debería venir a tus labios y una sensación de alegría debería permanecer en tu cuerpo. Cuando vas a un lugar consagrado para dar gracias y celebrar, deberías hacerlo no por el día de la semana que es, o por el hábito del ritual, sino porque es la mejor manera que conoces de adorar a tus dioses y expresar la maravilla de estar en esta tierra.
Sí, sí, hay mucha desdicha en esta existencia. Esa desdicha es parte del campo general de negatividad. También hay cosas positivas en la vida, y la espiritualidad es la más destacada entre ellas. Así que cuando practiquemos nuestras devociones espirituales, que sea en regocijo y alegría.
MEDITACION TAO - 11 NOVIEMBRE 2012 - HEMIFERIO SUR
CobreEl fabricante de barriles cepilla las duelas en ángulos exactos.
Sus virutas resplandecen a la luz de la tarde.
Él une madera fragante,
Acomodando los tirantes como construyendo un arco.
Hasta poner las bandas, no hay barril.
No hay barril hasta que el cobre lo construye. Hasta entonces, hay piezas de madera lisa, virutas, un fondo redondo, y bandas de metal, pero no hay barril. Todas las partes están allí, pero necesitan ser compuestas para tomar forma. Sucede lo mismo con las facetas de nuestra personalidad. Hasta que se mantengan firmemente unidas como una sola unidad, el barril no está completo, y su utilidad no está próxima.
La práctica espiritual puede ser el orden externo que necesita la personalidad. Mientras que tal orden puede ser inicialmente restrictivo, y tal vez sentirse incluso artificial en su arbitrariedad, es absolutamente necesario. Es un medio para un fin. Tal vez al final no necesitaremos tal estructura, pero tampoco alcanzaremos el fin sin los medios. Antes que dejemos la imagen del barril, hay algo más que notar acerca de él. Un barril encierra sólo una cosa: vacío.
Con nosotros también es así. Todas las piezas de nuestra personalidad, sin importar qué tan perfectamente formadas estén, sólo encierran lo que está dentro nuestro. Toda práctica espiritual, aunque pueda ligarnos en un todo cohesionado, apunta al vacío del centro. Ese vacío no es nihilismo, sino la posibilidad abierta para que el Tao entre. Sólo con tal espacio tendremos paz.
