Revista Coaching
"Creo que debo hacerlo: por la mañana, antes de empezar a trabajar, meterme en mi interior, escuchar lo que hay dentro de mí. Sumergirme dentro de mí misma. También se le puede llamar meditar. Esa palabra me provoca todavía algo de horror. Pero ¿por qué no? Estar una media hora sola conmigo misma. No es suficiente sólo mover por la mañana en el cuarto de baño los brazos, las piernas y todos los demás músculos. El ser humano se compone de cuerpo y alma. Y una media hora de gimnasia y otra media de meditación pueden ser la base de un fundamento sólido para la tranquilidad y concentración de un día entero.
Sin embargo, no es tan fácil, lograr esa hora tranquila. Hay que aprender a hacerlo. Todo el caos pequeño-burgués, todo lo superfluo tendría que borrarse desde dentro. Al fin y al cabo siempre queda mucha intranquilidad sin motivo en una cabeza tan pequeña. Es verdad que también hay sentimientos y pensamientos que enriquecen y que liberan , pero el caos siempre los atraviesa. La finalidad de la meditación debería ser: convertirse por dentro en una gran y amplia llanura, sin un alevoso matorral que impida la vista. Que crezca algo de "Dios" dentro de uno mismo, tal como hay algo de "Dios" en la Novena Sinfonía de Beethoven. Que también surja algo de ese amor por dentro, no un amor de lujo de una media hora en el que sumirse con orgullo gracias a un par de sentimientos sublimes, sino un amor con el que poder influir en las pequeñas acciones cotidianas."
Diario de Etty Hillesum. Una vida conmocionada. Editorial Anthropos