Medusa y las gorgonas son de los híbridos humanoides más populares de la mitología griega. Su cuerpo serpentino, su mirada pétrea y sus cabellos de ofidios son rasgos característicos que le han permitido diferenciarse en el bestiario mítico. Sin embargo, su familiaridad no impide que desconozcamos su evolución.
¿Qué era Medusa?
Medusa, junto con Esteno y Euríale, formaba parte de las Gorgonas. Eran hijas de Ceto y Forcis, dioses primordiales del mar hijos de Ponto y Gea. Al ser hijas de Forcis, formaban parte de las Fórcides junto a las tres Grayas, las Hespérides y las ninfas Equidna, Toosa y Escila.
Desarrollo
Durante siglos, su aspecto aterrador y sus ojos penetrantes las caracterizaban. Como ocurría con las sirenas, sus rasgos fueron desarrollándose en la literatura y en el arte hasta el punto que las gorgonas arcaicas y clásicas tenían atributos opuestos, aún manteniendo el énfasis en sus ojos.
Inicialmente no había diferencias entre las Gorgonas. Ni siquiera se tenía la certeza de su feminidad. Tan solo se mostraba su cara monstruosa, con grandes colmillos, la lengua fuera, ojos enormes y pelo rizado que rodeaba la cabeza hasta el punto de confundirse con una barba. Es mencionada en el inframundo de la Odisea de Homero como una cabeza aterradora. No solo no hay referencias literarias o artísticas al aspecto de su cuerpo sino que probablemente ni tenía uno. Era usada ampliamente en amuletos como el gorgoneion. También se usó como máscaras sin orificios para los ojos, como las encontradas en Tirinto en la década de 1930 y albergadas en el Museo de Nauplia. Es posible que estén relacionada con las máscaras del 6 000 a.C. encontradas en Sesklo. Su cara siempre miraba al espectador, incluso cuando se mostraban su cuerpos lateralmente. En esos casos, la cara tenía un tamaño desproporcionado y no tenía cuello. Como su cuerpo no estaba definido, podían aparecer como hipogorgonas o gorgonas con cuerpo de ave. Este aspecto se mantuvo desde los siglos VIII al V a.C.
Entre los siglos V y II a.C., se reduce el tamaño de la cabeza y adquieren cuello. A partir del siglo IV a.C. ya se muestra totalmente de perfil e incluso dormida, con los ojos cerrados. Su apariencia deja de ser monstruosa y le aparecen alas en la cabeza. Este cambio suele atribuirse a la Oda pítica 12 de Píndaro, que menciona la cabeza de la bella Medusa en un canto a Midas de Acragante.
Aún así, todavía no adquiriría el aspecto serpentino con el que las Gorgonas, especialmente Medusa, son conocidas en la actualidad. Los textos las describen con cabezas escamadas, colmillos de jabalí, manos de bronce, alas, lenguas protruyentes, ojos deslumbrantes y serpientes usadas como cinturón. Estas serpientes también podían aparecer enroscadas alrededor del cuello como un collar o en torno a la frente.
Cabellos de serpiente
Su cabeza estaba cubierta por cabellos, no serpientes, aunque a partir del siglo VI a.C. estas podían enroscarse a su alrededor o entre sus pelos. En las monedas, debido a las limitaciones de fabricación, las gorgonas aparecían con pelo o con serpientes en la cabeza. Además, en un mito contado por Pseudo-Apolodoro y Pausanías, cuenta cómo, cuando estaba en la ciudad de Tegea en Ática, Atenea le entregó a Hércules una jarra con un rizo del pelo de una gorgona. Si era sostenido tres veces, el enemigo que lo viera huiría. Por otra parte, la oda de Píndaro cita el canto mortal de las gorgonas, interpretado como el siseo de una serpiente.
Según Metamorfosis de Ovidio, Poseidón violó a Medusa en el templo de Atenea, quien, enfurecida, le maldijo con su fealdad y sus cabellos de serpientes. Es probable que Ovidio forzara esa relación para explicar los hijos en común que tenía Medusa con Poseidón, según Hesiodo. Sus hermanas también fueron transformadas, pero sus cabellos no se transformaron en serpientes, aunque según Pseudo-Apolodoro, eran idénticas a Medusa. También compartían su canto mortal y su mirada petrificante, como indica tanto Pseudo-Apolodoro como Nono de Panópolis en Dionisiacas. En otras tradiciones, Medusa actuó de forma similar a Casiopea, jactándose de su belleza y comparándose con las Nereidas. Tanto Medusa como Casiopea fueron castigadas por Poseidón. La primera fue despojada de su belleza y la segunda fue amenazada con un monstruo marino.
Mirada petrificante
Su mirada petrificante tampoco fue constante. En la mención de Homero, su mirada era terrorífica, pero no convertía en piedra. Pseudo-Apolodoro explica, a través de Hermes, que la gorgona presente en el inframundo de la Odisea era Medusa, decapitada por Perseo. Cuando Hércules entró al inframundo para llevarse a Cerbero, muchas almas escaparon, pero ella permaneció allí, donde perdió el poder de petrificar con su mirada. En cambio, la Eneida de Virgilio menciona múltiples gorgonas en el inframundo.
Según Pseudo-Apolodoro, mirarla a través de un espejo o un escudo pulido atenuaría el efecto de su mirada.
Origen y paralelismos
Origen histórico
Según Pausanías, Medusa era una reina de unas tierras cercanas a la laguna Tritónida, que gobernaba tras la muerte de su padre Forcis. Lideraba a los libios y se enfrentó al ejército griego invasor de Perseo. Aunque luchó en la batalla, murió traicioneramente por la noche. Sorprendido por su belleza, Perseo habría conservado su cabeza para mostrarla en Grecia. Supuestamente, su cabeza estaba enterrada bajo la plaza del mercado de Argos. Pausanías extraería esta historia de Dionisio de Mitilene (s. II a.C.).
Paralelismos
La imagen de las Gorgonas tienen múltiples paralelismos en el mundo. Algunos autores lo relacionan con el indio Kirtimukkha, mientras otros lo hacen con el demonio babilonio Humbaba. Sin embargo, comparte similitudes artísticas con figuras de todo el mundo. Desde el aterrador Fobos descrito en El escudo de Heracles hasta influencias imposibles como Tonatiuh en la piedra del Sol azteca.
El mito
Artísticamente, hay elementos comunes incluso en culturas remotas y no contemporáneas. Si tenemos en cuenta el mito, es inevitable pensar en Perseo, el asesino de Medusa, pero este originalmente no se presentaba tal y como lo conocemos. Homero menciona tanto a la gorgona como a Perseo en la Odisea, aunque al héroe tan solo para indicar su parentesco. No los relaciona. Hesiodo ya cuenta brevemente en su Teogonía (s. VIII-VII a.C.) cómo Perseo mata a Medusa, surgiendo de ella Pegaso y Crisaor, hijos con Poseidón. Ferécides de Leros (s. V a.C.) serviría como fuente para la Biblioteca mitológica (s. I-II d.C.) de Pseudo-Apolodoro, que combinaría los distintos mitos de Perseo para crear un relato coherente. Ovidio añadiría en Metamorfosis (s. I d.C.) la transformación de Medusa. También incorporaría la petrificación del rey Atlas en la cordillera homónima, algo que ya relataba anteriormente Poliido con Atlas como pastor.
Hay varias razones por la que se considera que Pseudo-Apolodoro combinó varios relatos. En primer lugar, el encuentro con Andrómeda y Ceto, el monstruo marino, suele excluirse de las narraciones. Además, el encuentro con dos tríos de Fórcides para obtener algo resulta muy similar. También resulta confuso que necesite ayuda de las Grayas para encontrar a las Hespérides y recibir los objetos divinos, especialmente tras tener contacto previamente con Hermes y Atenea. Que obtenga la capacidad de volar, la invisibilidad, el kibisis, el escudo pulido y su espada de una sola vez le quita heroismo a su hazaña, ya que prácticamente le resulta un paseo. Incluso Heracles se encontraba con más retos.
Aunque Perseo suela ser el verdugo de Medusa, en Ión de Eurípides se dice que fue Atenea, mientras otra tradición señala a Zeus.
El mito de Perseo
Como otros héroes, su nacimiento viene anunciado por una profecía. Acrisio, rey de Argos, deseoso de tener un hijo, consultó al oráculo de Delfos. Sin embargo, este le advirtió que el hijo de su hija lo mataría. Por ello, encerró a su hija Dánae en una cámara de bronce a cielo abierto en el patio real. Habitualmente, es Zeus quien la deja embarazada con una lluvia dorada, pero Preto también es descrito como el padre de Perseo. No queriendo matarla ni enfurecer a los dioses, Acrisio encierra a Dánae y a Perseo en un cofre y los arroja al mar.
Durante la noche, Dánae ruega por su salvación. Llega a la isla de Serifos, donde son salvados por la red del pescador Dictis, quien criará a Perseo. Polidectes, el hermano de Dictis, acabará enamorándose de Dánae, pero Perseo no confía en él. Para alejar a Perseo, celebró un banquete en el que pedía caballos para Hipodamía. Como Perseo no tenía caballos, le surgirió traer cualquier otra cosa sin negarse. Polidectes le pidió la cabeza de Medusa.
Desconsolado por la misión imposible que tenía entre manos, se encontró con Hermes en un extremo de la isla. Tras preguntarle que le aquejaba, Hermes y Atenea le encaminaron a ver a las Grayas, tres hermanas (dos según Ovidio) de las Gorgonas que compartían un ojo y un diente, para preguntarle por la localización de las Hespérides, las ninfas que atendían el huerto de Hera. Perseo les quitó el ojo y el diente cuando se lo iban a pasar entre sí, devolviéndoselos a cambio de una respuesta. En algunas versiones no se los devuelve, sino los arroja a la laguna tritónida.
Las Hespérides son quienes entregan a Perseo las sandalias aladas, el gorro de invisibilidad de Hades y el kibisis, donde guardaría la cabeza. Según Pseudo-Apolodoro, Hermes le entregó a Perseo su característica espada. Ya equipado, Perseo se dirigió a un lugar indefinido de las costas de Océano, aunque hay una fuente que menciona la isla de Sarpedón. Con la ayuda de su escudo pulido o espejo, Perseo pudo matar a Medusa, que afortunadamente estaba dormida. De la sangre de su cuello nacerían Pegaso y Crisaor. Esteno y Euríale, las hermanas de Medusa, persiguieron a Perseo, pero este usó el gorro de Hades para escapar.
De camino a Serifos, voló con las sandalias sobre Etiopía (no confundir con el país actual), donde vió a Andrómeda atada como sacrificio para el monstruo Ceto. El sacrificio pretendía aplacar a Poseidón, ya que se enfureció cuando la madre de Andrómeda, Casiopea, afirmó que su belleza era mayor que la de las Nereidas. Enamorado de Andrómeda, Perseo se enfrentó a Ceto (no confundir con la diosa marina y la oceánide homónimas). En relatos posteriores se libraría fácilmente de él aprovechándose de la mirada petrificante de Medusa, pero en las narraciones antiguas lo mata arrojándole piedras.
Aunque se habían librado del monstruo marino, los problemas no acabaron, pues Fineo (Agenor según Higino) reclamaba la mano de su sobrina Andrómeda que le había sido prometida. Casiopea y Cefeo le apoyaban. Entonces Perseo petrificó a sus oponentes con la cabeza de Medusa y volvió a Serifos, donde encontró a su madre y a Dictis acorralados en el templo por las fuerzas de Polidectes. De nuevo usó la petrificación de Medusa.
Finalmente, volvió a Argos junto con Andrómeda y Dánae y devolvió sus regalos divinos. Atenea colocó a la cabeza de Medusa en el escudo de Zeus. La muerte de Acrisio tiene pequeñas diferencias:
- Según Pseudo-Apolodoro, Acrisio huyó a Larisa, donde gobernaba el rey Teutamides, quien celebraba unos juegos funerales por la muerte de su padre. Perseo participaba en el pentatlón e, involuntariamente, golpeó fatalmente a Acrisio con un disco en el pie.
- Según Pausanías, Perseo no pasó por Argos y Acrisio fue golpeado por un aro.
- En un tercer relato, Preto, hermano de Acrisio, había usurpado su trono. Perseo petrificó a Preto y le devolvió el trono a Acrisio, pero cuando este no creyó que hubiese matado a Medusa, Perseo volvió a sacar su cabeza, petrificándolo con la mirada.
- Según Sófocles e Higino, Perseo mató a Acrisio en los juegos funerales por Polidectes en la isla de Serifos.
Renacimiento
A pesar de que el inframundo tuvo influencia en el infierno cristiano, las gorgonas no volvieron a él hasta el Canto noveno de la Divina comedia de Dante Alighieri y en Paraíso perdido de John Milton. Entonces lo hicieron con el aspecto reconocido actualmente.
Fuentes
- Wilk, S. R. (2000). Medusa: Solving the mystery of the Gorgon. Oxford University Press.
- U. Kenens, 'Greek Mythography at Work: The Story of Perseus from Pherecydes to Tzetzes', Greek, Roman and Byzantine Studies, 52 (2012), 147-166: http://grbs.library.duke.edu/article/ view/12711.