Mejillón es un restaurante de esos donde disfrutar de los placeres sencillos, esos que luego echas de menos. Compartir una mesa con amigos, reírte mientras te tomas unas raciones y una cerveza, con esas patatas fritas que no falten (porque son adictivas) Pero algo curioso pasa en la mesa cuando el sitio elegido es Mejillón: de repente, tus amigos se van callando para otear y paladear la cazuela llena de mejillones en salsa que ha llegado frente a ellos.
Y les ves, cómo se colocan bien el babero, revuelven bien la salsa con la cuchara indagando cómo se mezcla, meten las manos y, entonces, las cáscaras de mejillones comienzan a poblar los cuencos. La conversación ha derivado ya en la comida, en lo ricas que están unas salsas u otras, en “déjame que pruebe”, en “no me robes las patatas fritas, que te veo” y en “me estoy poniendo perdido pero qué rico tó”. Originales, sabrosos o tradicionales, el clásico combinado belga moules-frites-bieres (mejillones, patatas fritas, cervezas) no falla tampoco en este restaurante de Las Salesas. Aquí solo se comen mejillones (o casi), te manchas los dedos comiendo pero te ríes y disfrutas. Reconócelo: ¿a que no te puedes comer solo uno?
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Pablo Caruncho es el dueño y responsable de haber traído este concepto de restaurante especializado a Las Salesas. No es su primera aventura gastronómica. También es el propietario de L’Entrecote Café de París, la única sucursal española del icónico café vienés, en el que sólo se comen filetes con su salsa de mantequilla especial (y secreta, la importan directamente de la sede hasta Madrid) y patatas fritas. Yo he estado en el original de Ginebra y creedme que no le hace falta nada más para ser una experiencia exquisita.
Pablo piensa que la especialización es el futuro, también en la gastronomía y por eso se embarca en este segundo proyecto. “Conocí este clásico de moules-frites en un restaurante de Lyon al que iba con una antigua novia. Durante mucho tiempo, le dí vueltas al concepto, hasta que descubrí una idea similar en Londres y me lancé”, explica. El objetivo es ofrecer “una experiencia diferente, saludable y divertida a un precio muy asequible”, detalla.
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Solo se comen mejillones, sí, pero exquisitos. Son de roca, traídos preferentemente de la ría de Arousa y seleccionados con un tamaño más bien pequeño porque “les va mejor a las recetas y porque si no, no podrías comerte los 30 que van en cada cazuela”, afirma Pablo. Después, eliges entre diferentes salsas internacionales como la mexicana con chipotle, la japonesa con soja, la italiana con tomate y albahaca, la peruana con salsa de ceviche, la francesa con nata o la receta tradicional belga, con apio y cebolla. La untuosidad de los mejillones, sobre todo con la crema belga, pide el crujiente de esas patatas fritas caseras. Haz caso a los camareros, porque están pendientes de recomendarte la más adecuada dentro de una amplia carta de cervezas, para completar la experiencia.
Puedes ir con tus amigos, con tu familia o con quien te plazca a Mejillón pero ojo, tu cazuela es tuya y no se comparte. Nada de poner varias al centro e ir picando. Y no lo digo yo, me lo cuenta Pablo, responsable del concepto y las recetas. “Cada cazuela tiene un sabor especial y se procura encontrar su maridaje idóneo con cerveza. Recomendamos unas para las recetas picantes, que lo aplaquen y suavicen y otras más potentes para las clásicas con nata, por ejemplo”, me explica. Y créeme, si vas picando de aquí y de allá, el contraste te resultará raro y lo disfrutarás menos. Como mucho, mitad y mitad, que fue lo que terminé eligiendo yo. Las patatas fritas, sí, al centro y a compartir con alegría.
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Bueno, y te cuento un secreto. No solo puedes comer mejillones. La carta se completa con otras especialidades para abrir el restaurante a todos los públicos, como la burrata, el steak tartar o el escalope capitán tamaño XXL. Los postres recuperan la inspiración belga en gofres y crepes hechos a mano.
Y el último as en la manga que se reserva Mejillon es su carta de coctelería, diseñada por Joel Jamal, campeón de España de Coctelería en 2015. 19 cócteles con o sin alcohol para disfrutarlos con música en directo de la mano de algún DJ internacional. Para degustarlos, nada como la Tropical Room, un espacio inspirado en el Caribe, con plantas y colores vibrantes que contrastan mucho con la sala grande, decorada con inspiración marítima y con ese aire cuqui que desprende Tintín.
No te olvides que los meses con R son los idóneos para disfrutar de estos moluscos así que ahora es el momento. Prueba a sorprender comiendo con un babero y disfrutando como un enano. Verás cómo los mejillones desaparecen en menos que canta un gallo.
Los datos: Mejillón. Dirección: Calle Orellana 1, 28004, Madrid. Horario: D – J de 12:00 a 1:00 / V-S de 12:00 a 2:00. 91 137 57 85. Precio medio: 20€ por persona. www.mejillonrestaurants.com