Los latinos somos flexibles. Y creativos. Presumimos de encontrar soluciones adaptadas mejor y mas rápidamente que los “cabezas cuadradas del norte”. Puede que sea así. De hecho, en Formación y Control presumimos de “nuestra cintura”, y somos capaces de adaptar un producto a las necesidades específicas de un cliente, en los detalles más nimios, manteniendo plazos y costes. La duda que tengo es ¿y eso es necesariamente positivo?
En Suiza un amigo me contaba que no podía colgar cuadros en su vivienda. Era de alquiler, y en el contrato constaba una determinada tarifa, alta, para por agujero realizado. Algo lógico, dado que el dueño tenía que repararlos para dejar la vivienda en condiciones para el siguiente ocupante.
En Japón, en esta ultima visita, contratamos un minibús para enseñarles a nuestros amigos algunos puntos interesantes de Tokio. El circuito terminaba a las siete. La guía se me acercó muy preocupada señalándome que tal y como estaba el tráfico, el conductor le había indicado que no terminaríamos hasta las siete y uno o dos minutos, y que si ese retraso “nos significaba mucho problema”. ¡Y lo decía totalmente en serio! Normal, en las estaciones de tren, el convoy que pasa a las 10.28 te lleva a otro sitio que el que pasa a las 10.32 por la misma vía. Y siguiendo en Japón, en uno de los puestos de comida que hay bajo la Torre de Tokio pedimos que el plato que habíamos solicitado nos lo pusieran en una caja de cartón (la tenían sobre el mostrador) en vez de en un plato de cerámica, para poder llevárnoslo. La camarera se negó rotundamente. Ese plato se servía sobre cerámica, y así nos lo iba a entregar. En un descuido tuvimos que hacernos con una de las cajas y realizar el trasvase a escondidas, pero, lo confieso, con una fuerte sensación de pecado. Y siguiendo en esa tierra, he visto a padres reñir a sus hijos por pisar la calle mientras esperaban a un semáforo. En ese tiempo “hay que estar en la acera”, y la calle se pisa cuando la luz se pone en verde, y no antes. Justo lo contrario que en China, donde “policías de semáforo” controlan (con malos modos, al menos los que yo he visto) que nadie se salte la luz roja mientras está encendida. El autocontrol frente al control externo.
La rigidez garantiza el servicio en unas determinadas condiciones, y si éstas no son válidas, garantizan el cambio bien asentado. Y educa al ciudadano y al consumidor. La flexibilidad, o se basa en sistemas muy estructurados, o solo es desorden. Ser acomodaticios inicia una secuencia cuyo final nunca es predecible. Lo cual me hace retornar a la duda inicial ¿no será mejor la rigidez?