Corría el 17 de agosto del 2018, era viernes, viernes por la noche, cuando el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció un aumento salarial (1.800 bolívares soberanos) equivalente a 60 veces el sueldo de aquel entonces. Pero que además iría de la mano con la reconversión monetaria.
Yo, como buena parte de los mortales asalariados, me la tire de “viva” en mi “magistral” 1+1 son 2 y me fui a gastar todo el dinero disponible en mi cuenta y especialmente en mis tarjetas de crédito: “Total, con la próxima quincena lo pago todo”, pensé.
Pero, a la mañana siguiente, al salir, un sinfín de negocios permanecían cerrados o con sus mejores carteles: “No hay pollo”, “No hay punto”, etc. Al parecer nadie estaba dispuesto a soltar su mercancía al mismo precio para reponer inventarios en otro mucho más elevado.
Sin embargo, las grandes cadenas no se arriesgaron tanto: así fue como por primera vez en varios años yo me di “el lujo” de llevarme en una misma compra: champú, jabón, pasta de dientes, etc. De una u otra forma, por un breve instante, la “normalidad” (la que yo conocía, claro) había retornado a mi vida.
De paso, ese mismo lunes (reconversión monetaria) fuimos al cajero automático y había plata. ¡Y los montos alcanzaron para los pasajes de toda la semana y no solamente los de una tarde!
Asimismo, ese día supimos que aquellas medidas formaban parte de un plan que poseía un nombre tan rimbombante que “coño e la madre, nojoda, esta vez sí va a funcionar”: Programa de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad Económica.
“Échale bolas pues”, dice un amigo cada vez que en medio de una reunión yo le salgo a alguien con alguna pregunta o planteamiento muy intenso. Bueno, había que echarle bolas pues.
El programa incluía 9 (que luego fueron 10) lineamientos vitales y, de pana, en teoría, todo sonaba posible. Y seguramente en la cabeza de muchos de nosotros había alguna manera de lograrlo.
Entonces ¿qué pasó un año después con esta suerte de pretendiente espectacular que parecía ser el candidato perfecto para tener un poco e’ muchachitos?
Evaluemos punto por punto (con citas del mandatario nacional):
1) “Equilibrio fiscal y tributario: recaudaremos mucho más dinero para el desarrollo social del país”
Ok: Al sol de hoy nada de esto se ha logrado. La Ley de Impuestos a Grandes Patrimonios apenas entrará en vigencia “dentro de 60 días aproximadamente”. Pero, en cambio, tenemos unos impuestos anclados al valor del Petro en una suerte de “dolarización disfrazada” que está acabando con cualquier pequeña iniciativa que pretendiera mantenerse en pie y en los márgenes de la legalidad. Además, lo recaudado no se traduce en nada: los huecos siguen reinando en las calles, los semáforos continúan malos, la basura no se recolecta a tiempo, etc.
2) “Una política cambiaría nueva: la ANC abolió los ilícitos cambiarios y tenemos un nuevo tipo de cambio único y fluctuante. Vamos a vencer al dólar criminal”
Ajá: Tenemos un dólar paralelo corriendo y un dolar oficial intentando constantemente alcanzarlo. Ambos a punto de llegar a los 20 mil bolívares.
3) “La defensa del salario: vamos a la construcción de las nuevas tablas salariales ancladas en el Petro”
Uhmmm: Hoy el sueldo mínimo ronda los 2$, llegando al nivel más bajo de la historia.
4) “Estabilidad de los precios: vamos a acordar el precio de los productos de la cesta fundamental, vamos al Plan 50, y esos precios se van a respetar”
A ver: Después de esto vimos día tras día al vicepresidente del área económica, Tareck El Aissami y un sinfín de empresarios firma que firma, pero los montos establecidos no se respetaron nunca. Leáse: nunca.
5) “Elevar la producción: elevar la producción y la generación de riqueza en agricultura, petróleo, petroquímica, oro, diamante, coltan, cobre, hierro, aluminio, entre otros”
Pero: En materia campesina, tenemos a unos compañeros luchando desde hace años para que les cumplan las promesas empeñadas. Mientras, en el área petrolera no hemos dado pie con bola en ningún informe OPEP pues nuestra producción sigue palo abajo sin que las autoridades encargadas le emitan un parte serio al país.
6) “Ingreso de Divisas: garantizaremos la generación de divisas necesarias para la estabilidad para todo el 2019”
Hasta ahora: las importaciones acumuladas de Venezuela al cierre del primer semestre ascendieron a un mínimo de 2.986 millones de dólares, una cifra que representa una severa contracción de 58% con respecto al mismo período del año pasado.
7) “Estabilidad y expansión del Petro: aspiro que en un corto plazo los ciudadanos venezolanos tengan acceso directo al Petro, para que realicen sus compras internacionales, y puedan invertir en un viaje, una casa, un carro”.
Por ahora: hay una fiesta porque las sospechosas tiendas Traki ahora reciben petros (así como aceptan dólares). Del resto, la mayoría de los mortales aún no entendemos el estatus o la finalidad exacta de esta “criptomoneda” (yo, por ejemplo, me perdí cuando me cambiaron la seña por 4ta vez, algunos aguantaron hasta la decima).
8) «Política de transporte: no vamos a permitir que nos sigan robando las mafias colombianas la gasolina ¡Ni un litro más! Vamos con el censo de transporte vinculado al Carnet de la Patria, vamos a precios internacionales y a un subsidio directo de la gasolina”.
La realidad: El censo se hizo y algunos hasta metimos nuestra huella dactilar en las maquinas de prueba instaladas en ciertas bombas de gasolina, pero al sol de hoy todo eso es un vago recuerdo y nadie sabe cuánta “propina” darle al bombero, porque en medio de tremendo déficit: la gasolina en Venezuela no tiene precio.
9) “Sistema de protección de nuestro pueblo: fortalecer, ampliar y regularizar los CLAP, integrar los productos de limpieza, fortalecer la protección social a través de los bonos del Carnet de la Patria”.
Bueno: la entrega de la caja, en algunos lugares, se ha vuelto cada vez más irregular. El contenido de la misma también ha decaído (y los productos de higiene nunca llegaron). A su vez, a los bonos les ocurrió lo mismo que a los salarios: están totalmente pulverizados por la realidad.
10) “Plan de Ahorro: se trata de un plan especial de ahorro vinculado al oro y al Petro, con las cajas de ahorro, para los profesionales y la clase media, para los pensionados y pensionadas”.
Confesión: Yo nunca compré certificado de oro ni petros: mis ingresos jamás me alcanzaron para eso. Y la verdad, tampoco tuve fe: a dos meses de mi renuncia (tras diez años trabajándole al Estado) aún no consigo que me liberen mi dinero de la mencionada caja de ahorro (que hace raaaato perdió toda su utilidad) ni que me suelten la liquidación.
Antes que los impolutos me manden al paredón (pero para que me manden igual) voy a aclarar: sí, conozco a la perfección los efectos que las sanciones estadounidenses poseen sobre algunos de los puntos anteriormente citados. Reitero: sobre algunos. En otros se pudo haber hecho más, pero henos aquí: mucho más jodidos que antes del plan que habría de traernos “crecimiento” y “prosperidad”. Con semejantes antecedentes, me dio hasta miedo escuchar a la vicepresidenta Delcy Rodríguez anunciar que esta semana se viene “una nueva iniciativa”. “Uy, mejor deje así, papito”, diría un gocho muy querido. Seguimos.
Revista América Latina
Por: Jessica Dos Santos Jardim
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