Y seguimos hablando mucho, mucho rato. Y, como siempre que hablo con mi abuelo, lo empecé a ver todo superclaro. Me di cuenta de que los dos, mi padre y mi madre tenían su parte de razón (...). Y no me preguntes por qué pero de pronto me sentí un tío con suerte por estar en aquel lugar del planeta Tierra: durmiendo en la terraza de aluminio visto con vistas al Parque del Ahorcado y con mi abuelo soltando de fondo un rollo que se mezclaba con la voz de un locutor de la radio, que se iba a quedar encendida toda la noche. Fue un momento del que no me hubiera gustado salir.Para no mentir, aquí tenemos a un Manolito (o mejor, Manolo) un poco más mayor, un par de años más. Siempre ha sido un chico muy despierto pero aquí va siendo más consciente de la realidad de los adultos. Además hay una nueva y simpática incorporación, "la Chirli" (apodo que coge de su parecido con Shirley Temple) que dará nueva salsa a la familia.No recuerdo cuánto de crítica social tenían los libros anteriores, pero en éste Elvira Lindo plasma su indignación a través de los ojos de este crío. Tenemos Bankia, el rescate de las cajas de ahorro, el caso Urdangarín, un especulador inmobiliario, la religión... No hace de ello el tema del libro, ni mucho menos, pero marca mucho el contexto de crisis actual en que vive la familia García Moreno como tantas otras familias reales de hoy en día.
Además, por otro lado, también incluye temas más personales de la familia, problemas económicos o de salud de los que Manolito es cada vez más consciente. El chiquillo tiene cierta crisis existencial, preocupación por su futuro, por lo que va a hacer... Sigue siendo un niño, pero ha dado pasos importantes en este libro para dejar de serlo y eso, no lo puedo evitar, me da un poco de pena. Sí, estoy siendo incoherente y contradictoria: por un lado querría ver cómo crece este niño pero por otro, desearía que se quedase como está. No puedo evitarlo, tengo estos sentimientos encontrados.
En definitiva, cualquiera que en su momento leyese los libros de Manolito, debería darle una oportunidad a esta última (¿por el momento?) entrega. En Mejor Manolo hay humor, hay crítica, sí, pero también hay mucho sentimiento, el del cariño que uno siente por este pequeño que ha crecido un par de años y que va comprendiendo, más de lo que ya sabía de antes, cómo de jodida es esta vida.