Revista Viajes

Mejor no digas que eres periodista

Por Bbecares

Los periodistas somos muy criticados en la sociedad. Porque que si no realizamos bien nuestro trabajo, porque estamos sometidos a los intereses de los capitalistas, porque no somos objetivos…. y un largo etcétera. Lo bueno es que los mismos periodistas somos también críticos con nuestra profesión, eso es lo que nos enseñan también en la universidad y es algo necesario si queremos que de verdad cumpla su función.

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Aunque, yo que soy la primera que estoy bastante desencantada (eso nos pasa a muchos) también creo que el periodismo puede, aún, realizar una enorme labor social, y que la realiza y odio que la gente confunda a los que salen en programas del corazón discutiendo vanalidades infundamentadas con periodismo y desde aquí os digo que el que crea que un periodista puede ser totalmente objetivo es que considera que los medios están realizados robots y no por humanos.

A parte de eso, algo que me enorgullece, es el hecho de que a esos países a los que yo viajo últimamente, no puedo mencionar que soy periodista, eso significa que el periodismo es molesto, eso quiere decir que esta profesión no ha perdido su significado y su función.

Estoy realizando los papeles para pedir el visado para pasarme unos meses en Vietnam y una de las preguntas es mi profesión. Consulté por mail a la ONG donde colaboraré allí si debo mencionar que soy periodista o mejor poner otra (la que siempre pongo es estudiante, si en la frontera me preguntan de qué, digo que estudio idiomas, por eso viajo, todo encaja bien… ).  Me acaban de escribir que “mejor que no lo diga para evitar procedimientos innecesarios”. No voy a Vietnam porque sea periodista, voy porque quiero aprender y vivirlo. Aunque igual todo va un poco relacionado, la curiosidad de los periodistas es conocida.

El año pasado en Marruecos fue exactamente igual. Además, aunque los españoles son muy bien recibidos en Marruecos, no lo son tanto los periodistas de nuestro país, por todo el conflicto del Sáhara (España defiende la independencia del pueblo saharaui, lo que no es para menos depués de haberlos dejado abandonados a su suerte tras el periodo de descolonización). Así que, cuando hice el papel que te piden para entrar y que hay que entregar a la policia del aeropuerto, mencioné que era estudiante. Hice bien. Si llego a poner que soy periodista, estaría marcada para siempre y hubiera estado más controlada, según me enteré después (cuando entras a Marruecos, te asignan un número mediante un sello en el pasaporte, que será tuyo para siempre, lo que hace que en los ordenadores queden registradas todas tus entradas y salidas al país hasta el fin de los tiempos). Incluso los peridistas locales llevan escrito en el DNI su profesión y deben llevar una pegatina en el coche para que las autoridades sepan a que se dedican. A ellos, acostumbrados a tal hecho, les parecía normal.

En Marruecos, allá donde vas, debes registrarte en la comisaria local. En los hoteles, rellenas el mismo documento que en el avión y ellos mismos lo entregan a las autoridades. Si te hospedas en una casa, lo debes hacer tú. Yo lo hacía si me lo pedían mis anfitriones (puede servirles de un lío tener gente extranjera y desconocida en casa, así que es mejor para ellos).

Una de las veces que estaba en Sidi Hajjaj, el pueblecito del centro del país donde acabé casi por casualidad, se me olvidó registrarme. Un día, de fiesta con miembros de mi familia (hombres, claro está) y amigos de ellos, uno resultó ser policia y me dijo que era mejor registrarme en la ‘Gendarmerie’ para así estar más segura (y para estar controlada, aunque eso no lo mencionan).

Al día siguiente fui, con uno de los ‘hermanos’ de la familia a registrarme y allí él dijo que yo era periodista. El problema es que los marroquíes muchas veces no son conscientes del control al que están sometidos o de que viven bajo una dictadura. Yo sólo entendí ‘sahafiya’ (periodista) y acto seguido vi la cara del gendarme. Uf…. le expliqué con mi mejor sonrisa que yo sólo estaba en Marruecos aprendiendo árabe y que no ejercía la profesión, se lo tuve que repetir varias veces hasta que le convencí (en realidad yo no estaba en el pueblo para realizar reportajes, pero eso él no es fácil que se lo crea, y simplemente el hecho de contar lo que os estoy contando aquí, ya le puede ser molesto a don Mohamed VI, tan controlador con los medios y con la imagen que ofrece).

Un día, quedándome en casa de la familia de la empleada de una pensión donde me hospedaba al sur de Marruecos, que me invitó a dejar aquella frío habitación por el calor de su hogar, ella misma me dijo muy preocupada que no debía andar diciendo que era periodista. Yo le dije que a la policia no se lo decía pero que a ella que era mi amiga sí. Dijo que mejor no lo mencionara a nadie, porque en Marruecos, si un periodista no gusta, directamente desaparece.


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