Esto de los currículos ya es demasiado cansino. A estas alturas, y en poco menos de 30 días, aparecen currículos con datos falsos y másteres falsificados o de dudoso valor académico por todos lados. Un no parar que seguro salpicará a todos los partidos, de momento ya tenemos a los principales, PP, PSOE, Podemos, C's..., los periodistas seguirán investigando y mañana o pasado se añadirá un nuevo nombre a la lista de las fantasmadas académicas. Visto lo visto, parece que en lugar de ir a la Universidad nuestros politicos han ido a la academia de la señorita Pinkerton, esa de la Feria de las Vanidades.
Después de todo es normal, normal que nuestros politicos intenten añadir líneas a sus currículos, líneas que solo pueden hacer mención a sus títulos universitarios, ya que nada tienen que reflejar sobre su experiencia laboral en ese mundo real que parecen desconocer. Ellos, casi todos, viven en una burbuja irreal, tan irreal como sus titulaciones.
Este comportamiento es letal e imposibilita la consecución de una democracia plena. Ya en 1932, Rodolfo Llopis nos decía: "La misión de la escuela es transformar el país en estos momentos (...) que los que estaban condenados a ser súbditos, puedan ser ciudadanos conscientes de una República". Según los responsables de la política educativa de la República, para lograr hacer de España una auténtica democracia resultaba evidente que el programa pedagógico de la República sólo podía basarse en una escuela pública, gratuita y laica. Todo ello partía del desarrollo de la Constitución que, aprobada un año antes, disponía:
Artículo 48. El servicio de la cultura es atribución esencial del Estado, y lo prestará mediante instituciones educativas enlazadas por el sistema de la escuela unificada.
La enseñanza primaria será gratuita y obligatoria.
Los maestros, profesores y catedráticos de enseñanza oficial son funcionarios públicos.
La libertad de cátedra queda reconocida y garantizada.
La República legislará en el sentido de garantizar a los españoles económicamente necesitados el acceso a todos los grados de enseñanza, a fin de que no se halle condicionado más que por la aptitud y la vocación.
La enseñanza será laica, hará del trabajo el eje de su actividad metodológica y se inspirará en ideales de solidaridad humana.Luego llegó el Bienio Negro (noviembre 1933-febrero 1936), la derecha (CEDA) accedió al Gobierno y paralizó la política educativa iniciada en 1931, poco más tarde el nacional-catolicismo la arrasaría durante 40 años, dejando graves secuelas que aún hoy padecemos, a la vista está.
Lo que acabamos de conocer ha tenido lugar en una universidad pública, imaginen lo que se habrá hecho en las privadas, esas a las que solo puede acudir quién tiene dinero o poder. Esto empieza a parecerse a la Sanidad. Listas de espera interminables para los trabajadores, habitación y quirófano a la carta para los pudientes y poderosos. De seguir así acabaremos como los yanquis, pagando un seguro médico para no morirnos de una gripe y ahorrando lo imposible de ahorrar para que nuestros hijos puedan ir a la universidad.
Malo es que todos los partidos estén salpicados (si no lo están hoy pronto lo estarán todos) por esto de mentir sobre sus excelencias académicas, en algunos casos con la necesaria colaboración de las universidades, lo mismo se ponen de acuerdo y todo se queda en pecata minuta. Quid por quo.
Además, en un país en el que el Jefe del Estado ha desarrollado una carrera militar y académica en menos tiempo de lo que se tarda en contarlo, y se ha sentado en un trono por "ser el hijo de", parece normal que los integrantes de los partidos pretendan hacer lo mismo, para eso llevan desde los 16 años de edad en eso de las Juventudes de no se qué, pegando carteles y haciendo la pelota sin parar.
Deben depurarse responsabilidades entre los responsables de la URJC, desde luego y de forma inmediata. Todos los implicados deberían haber dimitido ya de sus cargos y, por supuesto, todos aquellos que han mentido sobre su datos académicos, los ya conocidos y los que se irán conociendo.
De momento estas dimisiones son imprescindibles, luego cuando llegue la III República, que llegará, la educación volverá a ser accesible para todos y todas bajo un sistema protegido, ético y de igualdad. La Universidad volverá a ser, como no, para todos los ciudadanos.
Benito Sacaluga