<<Como producción, la Fotografía se ve sometida a dos coartadas insoportables: tan pronto se la sublima en las especies de la “fotografía artística”, que niega precisamente la fotografía como arte, como se la viriliza en las especies de la foto de reportaje, que obtiene su prestigio del objeto que ha capturado. Pero la Fotografía no es ni una pintura ni una fotografía; es un Texto, es decir, una meditación compleja, extremadamente compleja, sobre el sentido>>.
—Roland Barthes
Existe la fotografía y lo que se dice de ella, existe el sendero y quien lo recorre, existe un escritor y un lector. Podríamos pasarnos muchas horas en ese juego de dicnonomías que hasta resulta obvio, pero en un mundo sobrecargado de imágenes se nos olvida algo esencial: la fotografía es un dialogo y no un monologo.
Podemos generar un discurso hiperpensado, sopesar cada palabra, tener algo nuevo e importante que decir pero si el otro no habla nuestro idioma ¿cómo logramos comunicar lo que queremos? o en el lado opuesto podemos apenas si darnos a entender con muletillas y otorgar información redundante o insuficiente. Establecer un dialogo no es esperar el turno del otro para hablar, sino tender puentes con el otro, estableciendo puntos de vista, dando información y recibiendo de vuelta, y para ello las partes involucradas tendrían que tener una convención mutua llamada lenguaje.
Inmersos en fotografías en todo nuestro entorno somos como el pez incapaz de conocer a fondo el agua en la que nada, hablamos el lenguaje fotográfico a trastabillos, comunicamos que mi plato de comida es éste, que mis vacaciones son en tal lugar y de paso usamos ese lenguaje para que la comida o lugar se vea más extravagante de lo que es, pero no lo usamos para ir más allá. Creamos callejones oscuros que sólo dan hacia nuestro ego en vez de puentes hacia el otro.
Muchos(as) fotógrafos(as) le temen a la universalidad de las cámaras, muchas personas hablan ese lenguaje, como muchas hablamos español o inglés pero… ¿para comunicar qué?
Muchos “profesionales” se sienten amenazados porque todos hacen fotografías pero no se dan cuenta que eso sirve para que el otro hable el mismo idioma de lo fotográfico.
En un mundo donde se escucha siempre lo mismo ¿qué quieres decir?
Existe quién realiza una foto pero también quienes la ven, teniendo en cuenta lo anterior la producción cambia (o debería) y no por una caza de reconocimiento sino como un respeto hacia el espectador. Mejorar el lenguaje que somos para expandir nuestra mirada.
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