De Pedro Sánchez casi nadie esperaba que aplicara la máxima que hizo multimillonario con negocios honrados al hoy mundialmente famoso Russell Simmons, antiguo narcotraficante callejero de Nueva York, que tras reformarse descubrió que “para triunfar hay que rodearse de personas mejores que tú”.
El lema, que había enunciado en otras palabras y convertido en perenne Sun Tzu hace unos 2.700 años, lo siguen muchos fracasados dispuestos a salir adelante como Simmons, que supo unirse a gente más preparada, fuera blanca o negra como él, para crear uno de los mayores conglomerados de la música del mundo actual, pero también de muchas otras empresas florecientes.
Hasta hace menos de una semana, y tras el fiasco del master de Cristina Cifuentes, los ojos críticos se fijaban en el electoralmente fracasado Sánchez por su incierto título de doctor en economía, cuyo 90 por ciento de su tesis se la hicieron en el Ministerio de Industria según confesó el titular socialista entre 2008 y 2011, Miguel Sebastián.
Sánchez hasta que triunfó con su OPA hostil sobre Rajoy estaba bajo sospecha, sí, pero inesperadamente nombró a algunos ministros-ministras casi como a directivos de una empresa en Bolsa, a personas con currículos mucho más brillantes que el suyo; su doctorado ya no interesa ahora.
Cierto que atrajo también gente del discutible talento de su vicepresidenta y deplorable exministra de Cultura Carmen Calvo, cuyas ideas desprecian los intereses generales, como la de que “el dinero público no es de nadie”.
Pero Josep Borrell como titular de Exteriores que ridiculizará internacionalmente al separatismo, Nadia Calviño, respetada administradora de la Comisión Europea, Pedro Duque, astronauta pero sobre todo científico, o el juez Fernando Grande-Marlaska, son nombres de gran atractivo y mejores que Sánchez, que se los ha quitado a quien también pensaba en ellos, Ciudadanos.
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