
Un primer acto donde una chica depresiva, Justine (Kirsten Dunst), hundida en la más honda languidez, celebra su boda en un entorno cargado de intereses y desencanto. En esta noche mágicamente fotografiada conocemos a una serie de personajes superpuestos, como ese planeta advenedizo que oculta una estrella frecuente cada día en el firmamento.

Aunque el guión de la película es algo flojo, su desarrollo resulta interesante. Encontraremos belleza y poesía, no solo en el nombre del planeta, sino también en muchos de sus planos. Y también la alarma debida al comportamiento de algunos de los personajes. Von Trier acabará llevándonos hacia un final perturbador y lírico como pocos, consiguiendo que la quietud del apocalipsis nos sobrecoja.