MELIÁ BARAJAS (****)
Avenida de Logroño 305
28024 Madrid
Habitación: 206
Fecha de entrada: 05/07/17
Tarifa:
A un paso de las terminales del aeropuerto, convenientemente
conectado con un shuttle con servicio 24horas, el hotel se encuentra ubicado
junto a una rotonda con una ermita, un McDonalds, y algún otro hotel. Delante
del mismo, y tras unas barreras hay un gran parking con algunos árboles. El
edificio, ochentero, en ladrillo rojizo y ventanas de aluminio en tono verde.
Rodeado de jardines algo destartalados, excepto el del centro, que acoge la
piscina y que está más cuidado.
Un generoso pórtico acoge una enorme puerta giratoria
y dos puertas normales a cada lado. Una vez dentro nos situamos en un profundo
y bullicioso hall muy al corte de la cadena. Mármol negro y blanco en el suelo,
techos algo espejados. A la derecha el riguroso, serio, elegante y doble
mostrador de recepción, a la izquierda una especie de business corner de corte
más moderno y colorido con una pantalla que informa de la salida de los próximos
vuelos.
La recepción es un gran mostrador de mármol
negro con una columna en medio. Dos puestos de trabajo a cada lado. Sobre el
mostrador varios carteles de información del hotel. Una recepcionista atiende a
un cliente. Un joven, que no lleva uniforme de recepcionista (quizá de botones)
se ofrece a atendernos. Aunque el proceso es tan repetitivo como siempre el joven
lo hace con simpatía y atención. Nos explica el horario de la piscina, de los
bares y restaurante, del desayuno y la clave del WiFi que es gratuito y veloz
en todo el hotel.
Unos pasos más adelante subimos unas escaleras
y llegamos a un segundo hall de donde llega el bullicio, porque allí está
situada a la derecha, junto a los ascensores, la concurrida cafetería. Hacia
adelante el hall se estira para acercar a los salones de reunión, con una pared
de cristal que da al jardín de la piscina y que permite que la luz natural
ilumine la zona.
La sensación es de rigorismo marmóleo y muy
del estilo de la cadena: negros y blancos brillantes, algunos dorados, luz
agradable aunque demasiado general y continuo trajín de viajeros con maletas.
Dos ascensores, convenientemente iluminados,
de puertas automáticas, totalmente recubiertos con unas placas metálicas (para
no sufrir con los golpes de las maletas) nos conducen a nuestro piso.
Las puertas se abren en un desangelado
recibidor. Techo muy bajo, en blanco, con varios ruidosos equipos de aire
acondicionado. Luz fría, suelo de mármol grisáceo, una zona con unos sofás y
unas mesitas, todo de corte algo "retro". Varios pasillos con las habitaciones se abren
a ese espacio, del que destaca especialmente la escalera, con ventanas al
exterior y que se sitúa justo frente al ascensor.
En el ancho pasillo de las habitaciones el
mármol del suelo se sustituye por una oscura moqueta en tonos marrones muy
oscuros. No está sucia, pero podría estar más limpia. Las paredes de rigurosa
madera rojiza algo labrada hacen juego con las poderosas puertas. Junto a
ellas, en elegantes y algo clásicos carteles ovalados, los números de las
habitaciones. El rojizo de algunas puertas parece degradado, y las esquinas de
marcos y molduras aparecen algo dañadas de golpes. Las luces se encienden con
un detector de presencia. Varios puntos sobre el techo formando cuadros.
Dejamos atrás la frialdad del recibidor y las luces aquí pasan a ser más
cálidas. La sensación general es elegante aunque un poco caduca y quizá con
falta de mantenimiento.
La puerta de la habitación se abre con un
estruendoso chirrido. Sin duda falta aceite (mucho) en las bisagras. Un
estrecho y corto pasillo nos encontramos por delante. A la izquierda la ranura
para introducir la tarjeta, que ya está puesta para mantener encendido el aire
acondicionado, algún interruptor de luces y la puerta de madera del baño. A la
derecha, un armario ropero con puertas correderas de espejo y madera. En su
interior un colgador largo y otro corto, algunos cajones, y varias amenities de
las ya olvidadas (lustrazapatos, calzador...). La bolsa de la lavandería y una
caja fuerte.
Tras una puerta de madera y cristal entramos
en el dormitorio. Suelo de moqueta marrón algo más clara que la del pasillo.
Luces algo frías, espacio generoso pero no excesivamente grande. Todo lo que
se puede necesitar en una habitación.
A la derecha, un maletero de madera algo
machacado por el uso. Sobre él un cuadro. A continuación un armario con el minibar, generosamente
surtido; sobre él, una enorme pantalla plana. A continuación, un escritorio con
varios enchufes, una lámpara de mesa, y un par de carpetas con información del
hotel. Sobre el escritorio otro cuadro,también en tonos crudos. Al fondo el gran ventanal con vistas a un lateral del hotel. Aquí abajo,
una zona de almacén bastante destartalado y allí delante unas cuantas viviendas
bajas del barrio de Barajas. La ventana se cubre con un destartalado
foscurit que no llega a cubrir en el centro todo el vano, y por un visillo
blanco algo machacado por el uso. Por la mañana, la luz se cuela por completo
en la estancia.
Bajo la ventana, una pequeña y clásica mesa redonda de centro
con un par de revistas, y una pequeña butaca junto a la que se instala una
lámpara de pie orientable para la lectura...
A la izquierda de la entrada están las dos
camas. Blancas, vestidas con suaves edredones y cómodos colchones. Dos
almohadas en cada una. Sobre ellas un cabecero clásico hasta el techo,
empapelado con rayas en marrón, crudo y albero, y un cuadro redondo en el centro. A cada lado de la cama hay sendas mesillas de
madera, cubiertas de cristal. Sobre ellas dos lámparas de noche con pantallas de color blanco, que
posiblemente den la luz más cálida de la habitación. Varios interruptores y en
uno de los lados un enchufe para cargar el móvil. En el otro, el teléfono, un
bloc de notas y un bolígrafo.
A los pies de la cama, en la pared, el mando
del aire acondicionado. Funciona muy eficazmente y de forma bastante
silenciosa. Un botón de encendido y apagado, otro de potencia del aire y una
pantalla que regula la temperatura.
Aunque la puerta interior de la habitación
reduce el ruido del pasillo, se escuchan demasiado las habitaciones contiguas.
El exterior es lo suficientemente tranquilo como para que puedan molestar
ruidos exteriores.
El baño es algo justo de tamaño. Suelo de
madera algo grisácea muy agradable, paredes en mármol salmón y negro con
algunos detalles dorados. A la izquierda, justo detrás de la puerta el inodoro
y el bidet. Entre medio, un teléfono. El papel higiénico se presenta en un portarrollos en bronce labrado
en corte clásico. El inodoro está tan pegado a la pared de la bañera que puede
resultar incómodo sentarse en él.
A la derecha de la puerta está el lavabo. En
una encimera contundente de mármol negro. El lavabo en porcelana blanca, y el
grifo moderno de acero. Sobre una estructurilla de plástico negro se ofrecen
cuatro botes con champú, gel, acondicionador y loción corporal, dos pastillas
de jabón y tres elegantes cajas negras y grises con set dental, set de afeitado
y set de tocador con bastoncillos, desmaquillador... Sobre el lavabo un
poderoso espejo enmarcado. Junto a él, un espejo de aumento dorado, una caja de
kleenex anclada a la pared, un secador de escasa potencia y un potenciómetro
sin función alguna, quizá recuerdo de las habitaciones de antaño.
El grifo del lavabo es de los de "efecto
ducha". Caen una docena de chorros separados, sin caudal ni potencia. La
temperatura es estupenda. De la encimera, en dos aros de bronce cuelgan sendas
toallas de manos. La lencería, en general es buena, moderna, grande y mullida.
A las sábanas del lavabo se añaden la alfombrilla de baño y dos enormes toallas
de baño que se presentan en un calienta toallas, que funciona incluso en el mes
de julio.
Frente a la puerta está la bañera. Porcelana
blanca empotrada en una pared de mármol salmón y negro. Cerrada con una mampara
de cristal. La grifería no es moderna, pero tampoco está mal. Rematada con un
generoso grifo en forma de teléfono con masaje, aunque el agua sale siempre por
todos los agujeros. La temperatura es adecuada, pero quizá le falte un puntito
al caudal y a la presión.
Por la mañana el desayuno se sirve en un
enorme salón sin decoración y algo desangelado. Paredes de cristal con vistas a
la puerta principal y a uno de los laterales del hotel. Nos saludan con una
sonrisa antes de acceder a un zona donde se presenta un inmenso buffet. Platos
calientes (huevos fritos, revueltos, bacon, salchichas, sopas, judías...)
alguna comida japonesa y oriental. Jamón de york, serrano, chorizo, salchichón,
una amplia selección de quesos, salmón, ensaladas... Dulces variados (tartas,
bollería...). Variadas opciones de panes, un espacio especial de alimentos sin
gluten y otro de productos naturales y saludables.
En el mostrador de recepción el trámite de
salida es muy rápido. Teclear el número de la habitación y nada más que decir adiós.
Calidad/precio:
Servicio: 8
Ambiente: 7.5
Habitación: 7
Baño: 7
Estado de conservación: 7
Desayuno: 8.5
Valoración General: 7.5