
También en lo funesto se ha visto afectada por esa relación con Sevilla, sede administrativa regional en tiempos de paz… y de guerra. Tras la Guerra Civil, en La Algaba estuvo ubicado un campo de concentración en el que recluían, durante la larga postguerra franquista, a presos condenados a trabajos forzados hasta que morían de hambre, enfermedades y maltrato. En unas fosas comunes allí exhumadas se han hallado casi 150 restos óseos de personas que habían sido condenadas a construir el Canal del Viar, el del Bajo Guadalquivir e incluso las pistas del aeropuerto de Málaga. Según el arqueólogo responsable de la excavación, Juan Luis Castro, estas víctimas formaban parte “del campo de concentración y trabajo Las Arenas para mendigos y reincidentes”, aunque tampoco descarta que se descubran presos políticos cuando finalicen las labores de identificación.

Sin embargo, el Gobierno de España impide el desarrollo de la Ley de Memoria Histórica y se muestra cicatero a la hora de dotarla de recursos, pues arguye que sólo sirve para enfrentar a los españoles con el recuerdo de lo que ya está olvidado y superado. Se niega atender las demandas de los que desean conocer el paradero de sus familiares desaparecidos o fusilados para recuperar sus restos y darles cristiana sepultura. El deber de, al menos, restituir la dignidad de esos muertos no parece motivo suficiente para que el Gobierno español satisfaga tales demandas. Ni siquiera las recomendaciones de Naciones Unidas, que instan al Gobierno español a “cumplir con su obligación” de buscar a los desaparecidos durante la Guerra Civily la dictadura, son tenidas en cuenta por parte del Ejecutivo de Mariano Rajoy, el cual no dispone en la actualidad de ninguna partida presupuestaria para esta tarea.

La derecha que gobierna en España se muestra, en cambio, reacia a retirar estatuas, letreros y símbolos de las calles que rinden homenaje a los verdugos de las barbaridades y los crímenes cometidos durante la Guerra Civil y a lo largo de la dictadura. La concordia y el perdón no se alcanzan hasta que no se resarzan moralmente a las víctimas inocentes de una asonada militar que se levantó contra un Gobierno legalmente constituido. De aquel levantamiento ilegal y sangriento del dictador Franco quedan repartidas todavía por todo el país innumerables fosas comunes con cerca de 200.000 desaparecidos, como ésta encontrada en La Algaba.

Pero no hay voluntad política de hacer un ejercicio de justicia y reconciliación con esos miles de desaparecidos, cuyo único delito fue nacer en la zona republicana o manifestar ideas de libertad y democracia contrarias a los insurgentes. Es por ello que, setenta años después de la guerra fraticida, aún se ponen trabas para desarrollar una moralmente necesaria, para cicatrizar viejas heridas, Ley de Memoria Histórica que permita encontrar y honrar a los más de 143.000 desaparecidos estimados por el exjuez Baltasar Garzón, en 2008, aunque las últimas estimaciones elevan la cifra a 180.000, de los que sólo se han exhumado unos 8.000.

Y es que para el Gobierno del Partido Popular se trata de un acto de venganza y rencor, que no merece ni la décima parte de los recursos destinados a la banca, a construir aeropuertos sin aviones o rescatar las autopistas. La sensibilidad de un Gobierno sectario, que sólo atiende los intereses del espectro social que le apoya, queda así de manifiesto, al despreciar los sentimientos de quienes sólo persiguen recuperar los restos de sus familiares desaparecidos, honrar su memoria y reconocer su inocencia. En España, por lo que se ve, no estamos dispuestos a ello, si del Gobierno depende.