En 1938 la 3ª División republicana se encontraba acantonada en Torrelaguna al mando del Teniente Coronel Manuel Tagüeña Lacorte, en funciones defensivas de la Sierra de Madrid, en marzo de ese año recibe la orden de desplazarse al frente del Ebro.
Paso al blog este pequeño capítulo de la obra "Manuel Tagüeña. Una biografía en fotogramas" de Antonio Quirós Casado, donde describe muy bien lo que serían los avatares de este cuerpo del ejército republicano en el último año de la guerra.
Port Bou y la derrota
Hace mucho frío, es el 9 de febrero de 1939 y ha anochecido ya hace horas. Estamos en Port Bou, en la frontera entre España y Francia asistiendo a la concreción formal del hecho de que una vez más a lo largo de nuestra historia, media España está mandando al exilio a la otra media. Desde que el día 26 de enero se ha perdido Barcelona, ríos humanos se dirigen hacia Francia temiendo la represión de los franquistas. Más de 300.000 personas pasan la frontera y se esparcen por improvisados campos de concentración habilitados por las autoridades galas, hacinados, hambrientos, derrotados. El día 5 los franceses abren la frontera al paso de unidades militares republicanas[2]. Tagüeña recibe de Modesto la orden de cruzar al otro lado con sus unidades. Todo se ha perdido. Cataluña ha caído y aunque se mantiene oficialmente la ilusión de que la guerra puede continuar en la zona Centro-Sur, el fondo de su corazón alberga una razonable duda de que ello pueda lograrse. Lleva muchos meses apartado de la realidad de la gente. Desde que en marzo de 1938 se le ordenó desplazar su 3ª división desde Torrelaguna al frente de Aragón, todo ha sido correr sin descanso de un lado a otro. El Ebro, la batalla de Cataluña, Barcelona perdida y ahora el fin, pasar a Francia con la esperanza de volver pronto a pisar suelo español y seguir luchando por construir un país más justo y libre de la amenaza del fascismo internacional y las fuerzas reaccionarias internas. Nuestro responsable teniente coronel tiene algunas evidencias, aunque no se lo termina de creer, de que el pueblo está harto de guerra y la mayoría de la población española duda ya de que cualquier causa merezca tanto sufrimiento y privaciones. Pero allí está Francisco Antón para poner el punto de vista del partido en este maremágnum. Seguir las instrucciones del partido clarifica las cosas. La fidelidad a la organización, la disciplina, es la base del triunfo futuro. Y el PCE dice que hay que seguir luchando. Antón indica a los militares importantes, a través de Modesto, que deben cuidarse de caer en la trampa de los campos franceses, que deben seguir hasta Toulouse desde donde volarán de nuevo a España para continuar la lucha. Tagüeña ha llegado ese mismo día a Port Bou tratando de que sus tropas fueran realizando una retirada organizada. Y lo que se ha encontrado en la frontera es un espectáculo dantesco. Sus dotes organizativas se muestran pronto. Reprende a los oficiales presentes en la zona y les indica que en nombre del Ejército del Ebro se hace cargo de la operación. Negocia con los agentes fronterizos franceses. Él quiere una operación digna de paso de la frontera, no quiere la imagen de derrota de tropas desarmadas arrastrando los pies mientras salen de su país. Este es el Ejército del Ebro, el que ha mantenido en jaque durante 113 días a lo más granado de las tropas franquistas, llenas de los mejores y más modernos materiales de guerra. Enseguida infunde energía a los hombres. Con los franceses ha negociado que se podrá pasar con armas y luego abandonarlas en territorio galo. Organiza a las unidades que van pasando la frontera en perfecta formación y portando su armamento. Nada debe quedar del lado español para evitar así que caiga en manos de los franquistas. Es de noche, está junto con André Marty viendo como se alejan hacia Cerbère los últimos brigadistas internacionales que quedaban en suelo español. Los dos se han cuadrado emocionados ante estos hombres que lo abandonaron todo en su día para venir a luchar por un país que no era el suyo y que han regado con su sangre de forma generosa. Ya solo quedan las últimas tropas. Lo mejor del Ejército del Ebro, la 35ª división del XV Cuerpo de Tagüeña y la 11 división del V Cuerpo de Líster. El orgullo del ejército republicano. Ambas pasan marcialmente la frontera. Ya todo ha acabado. Tagüeña pasa la frontera y detrás de él lo hace Modesto que deseaba ser el último hombre de su ejército que quedara en España.