Revista Salud y Bienestar

Memorias de un coordinador extraño

Por Saludyotrascosasdecomer
(Extraño: De nación, familia o profesión distinta de la que se nombra o sobrentiende, en contraposición a propio)
Capítulo uno: Historias mínimas
En un Consultorio I languidece una camilla de exploración ginecológica. El motivo de su presencia allí excede en muchos párrafos los buenos consejos de algunos amigos, quienes me han sugerido brevedad por el bien del lector y en segunda instancia por mi propia comodidad. Pido disculpas por no haber pensado antes en ninguno de nosotros, soy básicamente un troglodita del planeta Bic transportado hasta la era blog. La camilla se emplea como archivo de historias clínicas, almacén de publicidad de la industria farmacéutica y hace las veces de mercadillo de materiales inverosímiles de diversa procedencia, algunos hasta podrían llegar a emplearse durante un acto médico.
En un Centro de Salud T, el equipo ha decidido (esto sería aún más largo que la historia de la camilla: para simplificar, pongamos que alguien ha tomado una decisión organizativa y los tradicionalmente remisos al cambio no han acertado a encontrar las antorchas a tiempo) participar en el Programa de Cribado de Cáncer de Cuello Uterino y para ello precisa acondicionar una sala y dotarla. Se contempla la posibilidad de solicitar a través de la Gerencia una camilla de exploración ginecológica.
En una Gerencia J, al recibir la petición por escrito y tras el pertinente repaso por el jugoso anecdotario del Consultorio I, alguien recuerda la existencia de la camilla y su palmario desuso. Algunas gerencias son lugares pequeños, donde siempre parece celebrarse una jornada de puertas abiertas para favorecer desde un despacho a otro los flujos de pensamiento vociferado y el tráfico de frutos secos. Perdón de nuevo, me he ido del mantra: concisión, concisión.
La sencillez que desprende la ecuación es tan sólo la punta del problema. M menciona la normativa que impide trasladar mobiliario de la empresa sin autorización previa, cada recurso está convenientemente inventariado e identificado para evitar la libre circulación de equipamiento con fines inapropiados y que impide la “solución rápida”, que a cualquier recién llegado su intrepidez e ignorancia le susurraban. Desde la Gerencia O confirman la normativa y en ese instante, con un poco de atención, se hubiese podido escuchar la puesta en marcha de los complejos, pesados y muy ancestrales mecanismos burocráticos. Dos justificaciones y un par de llamadas ¿cómo-va-lo-mío? después, la voz al otro lado del teléfono solicita, en aras de la agilidad del proceso, la referencia de la camilla. Las referencias son inmejorables, al fin y al cabo la pobre soporta un uso distinto para la que fue creada y en este momento creo firmemente en la existencia de una Asociación para la Defensa del Material Sanitario, subsecretaría Camillas, a la que apelar pero mi reciente amiga invisible se conforma con un número de registro, ni más, ni menos.
M apunta que los inventarios no están clasificados por Centros. Están agrupados por objetos. He tenido oportunidad de ver uno: un abigarrado conjunto de ficheros estilo biblioteca de barrio 1970 donde es fácil confundir la camilla en cuestión con el espirómetro de V, porque es improbable encontrar algo. Hay que pasar a la acción.
La visita al Consultorio I transcurre según el plan previsto: un lento trayecto montañoso digno de mejores fines y un ejercicio de gimnasia verbal a dos bandas, donde uno contesta al reglamentario buen día con un petitorio que abarca lustros de retraso histórico y otro, mientras esquiva malamente el chaparrón aprovecha para agacharse y sí, confirma que una de las patas de la protagonista de esta historia luce la tranquilizadora pegatina. Pese a su apariencia de vertedero comunitario, una de los nuestros.
¿Qué importa que sea prácticamente ilegible y que haya que apostar por un número que tal vez corresponda al fonendoscopio del Doctor G, en Cangas de Narcea? ¿Qué más da si el Centro T, en cuyas llamadas periódicas se señalaba el hecho irresponsable de que centenares de pacientes tuvieran que ser exploradas en el frío suelo, aún no ha comenzado a elaborar los pertinentes protocolos para poner en marcha el servicio? ¿Qué entraña este circuito ineficaz que mantiene ocupadas tantas ventanillas?
Afuera llueve. El teléfono suena.

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