Capítulo 32: El Padrino II
Hasta la secretaria que le pasa la llamada, tan curtida que ya estaba allí cuando construyeron el edificio, no puede disimular un timbre de voz distinto al anunciarle. Es tiempo de cambios y quién sabe en qué barra de bar se habrá deslizado su nombre, qué escaramuza habrá mantenido su expediente sobre la mesa, cuál de los hilos tocados con discreción resultó definitivo. No se considera un hombre vanidoso pero tampoco puede evitar que se le escape brevemente la mirada por la ventana, hacia el horizonte. La introducción es abrupta, directa, y eso le gusta, para eso le llaman.
- ¿Sabes quién soy?
- Sí, el nuevo gerente.
- No. Soy el marido de H.
- Ah…
- Tienes cuarenta y ocho horas para devolverle el despacho a mi mujer o estás cesado.
- …
- ¿Sí?
- Pero, eh, esa decisión forma parte de un consenso sobre…
- Cuarenta y ocho horas.
Es raro este verano, con su clima otoñal y sus comportamientos primaverales, piensa. Este vaivén. Cierra los ojos.
- Realmente no necesito tanto tiempo…